06/02/99 0:00
ANA PÉREZ
Agustín González impone. Imponen su presencia y su voz, y
seguramente también la galería de personajes a los que ha dado
vida: personajes «con enjundia», como él dice, fuertes y también
"por qué no decirlo" malhumorados que vienen superpuestos a la
memoria. La amabilidad, la sencillez y la ausencia de prisas
forman, junto a una cierta socarronería, la otra cara del actor,
inmerso estos días en «La huella», la obra que representa en el
Auditòrium en un mano a mano con Andoni Ferreño y bajo la dirección
de Ricard Reguant. En una entrevista que reproduce hoy
González afirma en relación a su
relación con los creadores noveles que «yo siempre estoy dispuesto
a trabajar con todo aquél que quiera trabajar conmigo, pero estos
directores no deben saber ni siquiera que existo. Saben de otras
cosas, pero de que exista un señor que se llama Agustín González,
que es un actor que después de tantos años sigue ejerciendo su
profesión con un éxito más que notable, ni idea. El desligamiento
que tienen respecto a la generación a la que yo pertenezco es
notable. Otra de las razones es la lucha proverbial de
generaciones: los jóvenes siempre han arrasado a los viejos. Dicho
todo esto, si alguno de ellos quiere contar conmigo, encantado de
la vida». En relación a los Goya, un premio que nunca ha recibido,
asegura contundente: «Ni quiero. De hecho me he alegrado muchísimo
en esta última ocasión de haber podido evadirme del festejo de los
Goya. Estaba en Valencia haciendo 'La huella' y me ha venido como
anillo al dedo. Es una ceremonia que no me gusta porque es una pura
mímesis de los Oscar de Hollywood, de lo más hortera, todos allí
puestos, con sus esmóquins y sus corbatas... He estado nominado en
varias ocasiones, pero siempre se lo daban a otro. Ése ha sido ya
el motivo definitivo. Que les den morcillas».
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