El escultor italiano Guido Dettoni della Grazia, un artista
estrechamente vinculado con Mallorca, donde tiene un estudio pese a
vivir en Italia, expone en Roma la obra «María», una escultura que
representa a la Virgen María y que tiene como característica el
hecho de que es una Virgen táctil, una de las características
principales de su obra.
La pieza se expone en la basílica de Sant Clemente de Roma y una
reproducción en la Catedral de Santa Maria de Tortosa. Guido
Dettoni aseguró que «la pieza ha tenido un éxito total de público y
no me lo acabo de creer. El éxito seguramente provocará que
tengamos que alargar la exposición, que estaba previsto acabar el 2
de febrero».
La escultura es el resultado de una investigación plástica
encaminada a hacer a la Virgen María accesible a todas las
personas. Por este motivo se decidió a hacer una escultura que todo
el mundo pueda tener en sus manos, buscando expresar la grandeza de
la Virgen en una imagen pequeña. «No quería que sólo fuese mirada
pasivamente, sino que fuese agarrada, poseída físicamente para
llegar a la pregaria. Esta es la fórmula de mi escultura: mirar con
las manos y tocar con los ojos», asegura Dettoni.
La obra escultórica que ahora presenta en Roma es el final de un
camino que este artista inició en 1995, cuando una religiosa
franciscana, directora de una escuela para niños sordomudos de
Palma, le encargó esculpir una imagen de la Imaculada Concepción
para su convento.
Dettoni aseguró que aquel encargo fue como un reto, pues hasta
ahora nunca se había tenido que enfrentar a un trabajo así. «Estaba
a punto de viajar a México y hasta allí llevé la idea y la maduré.
Con la cera comprada en un mercado de Puebla plasmé la primera
imagen de María. Era a medida de las manos y no tenía rostro. Pero
al poco tiempo me di cuenta que no era aquello lo que buscaba. No
fue hasta 1998 cuando logré encontrar la imagen que quería y que es
como la conocemos hoy».
Dettoni es consciente que por primera vez una imagen de la
Virgen es concebida para ser tocada, por lo que reconoce que «con
ello conseguimos acercar el catolicismo a más gente. A la Basílica
de San Clemente de Roma se han acercado incluso agnósticos a
contemplar mi imagen y han quedado fascinados. Es una experiencia
nueva, que provoca situaciones nuevas y alternativas. Mucha gente
no sabe lo que se va a encontrar y sale con la boca abierta».
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