Desde su estudio de Sóller, el pintor Miguel Angel Campano regresa
hoy con sus últimos trabajos a la galería Gianni Giacobbi, telas de
gran formato y papeles en los colores como el azul o el amarillo
han encontrado un lugar entre sus característicos blancos y negros.
«Me he quitado el luto», dijo ayer con ironía el artista.
Sobre este aparecer del color en sus telas, añadió: «Ahora entra
el color y hace sus diabluras» porque, seguramente, en su trabajo
«han resurgido cosas que había dejado atrás». Premio Nacional de
Artes Plásticas en 1996, y fiel a sí mismo en su larga y fecunda
trayectoria, Campano asegura que cuanta más experiencia la pintura
resulta más difícil «porque antes de meterte en ello ya entrevés
donde te estás, tienes la memoria».
Entre sus telas y papeles que se podrán ver en Giacobbi no «y
diferencia teórica» pero en los primeros se encuentra «más libre»
porque lo superfluo es más fácil de eliminar y, además, moverse por
una u otra dimensión «es también una cuestión física». A Campano no
le gustan las exposiciones ni el barullo que se organiza en torno a
las mismas pero es consciente que necesita mostrar su obra «porque
si no no existes», aunque exponer le supone «un trauma», ironiza de
nuevo.
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