El escritor José Saramago refleja la crisis de la sociedad actual
en su nueva novela, «La caverna», una obra en la que el Premio
Nobel de Literatura denuncia las injusticias de un mundo en el que
millones de personas «viven en la pobreza y no les queda mucho más
que la rebelión».
«Estamos sembrando vientos y mañana recogeremos tempestades»,
asegura este portugués de 78 años que disfruta de las Navidades en
su casa de Lanzarote, tras presentar en Portugal, Angola,
Mozambique y varios países latinoamericanos su nuevo libro. El
próximo 2 de enero se pone a la venta en España editado por
Alfaguara. «Han sido casi 45 días de viajes interminables,
aeropuertos, hoteles y conferencias», comenta el escritor, cuya voz
no denota en absoluto el cansancio que le ha debido de ocasionar la
gira de presentación de la primera novela que publica tras la
concesión del Nobel, y con la que cierra esa trilogía
«involuntaria» compuesta también por «Ensayo sobre la ceguera» y
«Todos los nombres».
A Saramago no le gusta que se diga que «La caverna» es
pesimista, aunque no deje lugar para muchas alegrías la realidad
que le toca vivir a sus protagonistas, el alfarero Cipriano Algor,
su familia y el perro Encontrado, parecido físicamente a Camoens,
uno de los tres perros que acompañan al escritor en la isla de
Lanzarote.
El alfarero comprueba cómo su trabajo ha dejado de interesar al
gigantesco centro comercial al que se lo vendía, algo que no debe
extrañar en un mundo como el actual en el que cada día se extinguen
especies animales y vegetales y hay profesiones que se tornan
inútiles.
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