Quienes vieron la obra que Manolo Ballesteros presentó en la
galería Pelaires en 1998 se sorprenderán con la obra que hoy
inaugura en el mismo espacio, unas telas y papeles en los que ha
entrado el color y que representan un paso más en sus intereses
plásticos y conceptuales.
El artista, que se confesó muy reflexivo y al mismo tiempo
atenazado por la duda, explicó que sus nuevas telas, de las que ya
presentó un avance en Alemania, en 1999, son «otro concepto de
pintura, es buscar la luminosidad del color a base de pinceladas
que crean vibraciones y espacios que podíamos comparar con los
musicales». Porque este pintor, al contrario que los creadores más
literarios, siempre ha visto la pintura «emparentada con la
música».
Su pintura, apunta, sigue teniendo «débito con la escultura»,
que ahora se refleja en cortes en la tela, y el color se expresa en
rojos, amarillos y naranjas de fuerte tonalidad con su habitual
negro, siempre matizado. Respecto a la inclusión de color opina que
responde «a la necesidad de no quedarte con la facilidad de lo
conocido, de buscar un camino que te lleve a estar un poco más en
plenitud, es una necesidad plástica porque, a veces, cuando estás
pintando algo se te impone, los cambios suelen ser imprevisibles
para el propio pintor».
Ballesteros cree en la función comunicativa del arte desde el
punto de vista de la «emoción espiritual que se puede conseguir con
el color, con la forma, con la materia». La exposición que presenta
es fruto de un intenso trabajo a lo largo de siete meses, de
reflexiones y de dudas y de un carácter «tozudo», asegura, por el
que trabaja en «lo que creo que tengo que hacer».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.