Los Premios Ciutat de Palma consumaron ayer la fractura que se
venía produciendo en las últimas semanas. La gala oficial de
entrega de estos galardones, que se celebró en la Escola
d'Hosteleria y que este año llegan a su cuadragésimoquinta edición,
quedó marcada por la cena alternativa que, bajo el título de
«Arruixada 2001», un grupo de artistas y gentes del mundo de la
cultura organizó en el Poble Espanyol a la misma hora para
protestar contra la gestión cultural llevada a cabo desde el
Consistorio palmesano y la «regresión cultural» que consideran está
sufriendo nuestra ciudad.
El enfrentamiento entre estos dos sectores, que fue tomado por
ambos bandos como una demostración de quién podía más, ha colocado
en un segundo plano los premios, de los que no se ha acordado nadie
hasta ahora. El Llorenç Villalonga de novela fue para el escritor
catalán Isidre Grau por su novela «Medea al balancí negre». El Joan
Alcover de poesía recayó en el mallorquín Miquel Mestre con el
poemario «El foc del glaç». Y el pintor Ñaco Fabré recibió el
Antoni Gelabert de pintura con una obra titulada «De luz y de
aire».
En su discurso, el alcalde aseguró que «algunas ausencias en la
gala de hoy no atacan la política del gobierno municipal, sino que
demuestran una falta de sentimiento hacia aquello que es y
representa la Corporación municipal, por encima de cualquier
postura, interés o creencia partidista».
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