«Eppur si muove» es el título de la instalación de arte móvil que
se presentará el próximo lunes en Inca, fruto de la colaboración
entre un grupo de artistas plásticos y de enfermos mentales del
centro de día Es Garrover. El proyecto ha sido comisariado por
Maria de Lluc Fluxà.
«La colaboración ha resultado una experiencia conmovedora». Con
estas palabras definía ayer Antonio Cabot el trabajo que él y
algunos de sus compañeros de Es Garrover llevaron a cabo junto a
los artistas. Antes de llegar a la exposición, que se hará en el
antiguo teatro Mercantil, los usuarios del centro acudieron a un
taller de arte impartido por las creadoras Teresa Matas y Dolors
Caballero.
«La integración de la enfermedad mental en la sociedad es una
asignatura pendiente. Unida a otra, el arte contemporáneo, juntas
son, digámoslo así, una bomba», decía ayer Maria de Lluc Fluxà,
comisaria de la muestra y generadora del proyecto «Eppur si muove».
Bajo las directrices de Matas y Caballero, los pacientes de Es
Garrover se acercaron al arte «con libertad pero bajo unas pautas
de trabajo para conseguir una armonía. Creo que la experiencia ha
fluctuado entre la lágrima y la sonrisa porque al principio
llegaron cohibidos, encerrados en sí mismos».
Buscando una terapia en la que lo importante era la no
perfección del objeto, y contando con la aportación anónima de los
artistas, el resultado puede responder a muchas preguntas sobre el
arte y la enfermedad psíquica.
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