Josep Pons ayer por la mañana durante los ensayos con los solistas, coro y orquesta. Foto: JAUME MOREY.

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Josep Pons pertenece a una generación de directores de orquesta que está dando mucho que hablar. El maestro viajó a Palma con la Orquesta Sinfónica Ciudad de Granada a la que ha colocado en un lugar destacado dentro del mundo sinfónico. En la Seu dirigió la «Missa de Gloria» de Puccini.

"¿Qué puede decirnos de la obra que se va a interpretar?
"Es un trabajo de conservatorio en el que no está el gran Puccini de «Tosca» o «Madame Buterfly» pero en el que se intuyen algunos rasgos que serán característicos suyos.

"¿Resulta difícil para músicos y cantores?
"No especialmente difícil, aunque en música no hay nada fácil. Pide una orquesta muy pulida, que acompañe con dulzura puesto que no es un obra de bravura. Pide también un sonido cálido y gran flexibilidad.

"¿Qué tiene la orquesta granadina que todo el mundo habla tan bien de ella?
"Si hablamos en términos futbolísticos, los elementos necesarios: jugadores de calidad, buena forma física, bien preparados y con sentido de equipo. Es un conjunto con ganas de hacer música.

"¿Y qué es lo que usted le ha aportado?
"Cada maestro tiene sus obsesiones. Primero hay que construir un instrumento, lo que significa definir una manera de tocar colectiva, un sentido del tempo, de la afinación, del equilibrio. Intentamos buscar esa personalidad en una época donde los sonidos se estandarizan.

"Su orquesta no tiene mucho presupuesto y sí calidad. ¿Se puede conseguir ésta con poco dinero?
"Hace falta tener el adecuado. Las orquestas son caras, sin duda, pero lo que hay que hacer es exigirles un rendimiento porque resulta tan cara una mala como una buena. Lo que debe exigir la sociedad es que suene bien.