Carlos Fuentes siempre tiene relecturas preparadas para su descanso
en Formentor. Este año, han sido las tres novelas musicales que
escribió Balzac, de quien se sabe deudor. No en vano, acaba de
publicar en España «Instinto de Inez», una historia de amor que
sigue un ritmo operístico.
"El amor y la imposibilidad de éste en «Instinto de
Inez», su nueva novela. ¿Qué nos dice de ella?
"Es la
búsqueda de un hombre del cual se enamora Inez a través de una
foto. ¿Quién es? ¿Dónde está? ¿Cómo encontrarle? El conducto hacia
él es la música, en la dirección de la ópera «La condenación de
Fausto», de Berlioz. Pero Inez tiene un hombre presente en su vida,
un gran director de orquesta, que es un Fausto al revés, pues no
está dispuesto a vender su alma al diablo. En la medida en que Inez
participa de ese mundo musical, hay un gran encuentro entre los dos
personajes reales, pero finalmente su historia se convierte en un
enorme desencuentro. En cuanto al hombre deseado, no desvelaré su
destino en la novela. Ahí, el suspense.
"Y, en el camino, hay lugar para la
profecía.
"Profecía hacia delante y hacia detrás,
pues el mundo en el cual penetra Inez en su búsqueda podría verse
como prehistórico, de pinturas rupestres, del paso del matriarcado
al patriarcado, muy remoto en la historia. Pero yo lo escribí en
futuro, para que pudiera pensarse que es un mundo por venir. Estuve
con Goytisolo en la gran plaza de Marrakech y comenté que me
parecía regresar mil años al pasado. Él me contestó: «No, es como
adelantarse mil años al futuro». Esa plaza árabe, migratoria...
podría ser el futuro, de alguna manera. Y en la novela pasa eso,
que lo que podría interpretarse como un pasado primitivo, puede ser
un futuro primitivo. Podríamos amanecer en un mundo destruido y
tener que empezar de nuevo, volver a cubrir las necesidades mínimas
o reinventar el fuego.
"¿Percibe el caos?
"Habitamos un mundo
incierto, como el de mi novela. La guerra fría nos permitía vivir
en un mundo ordenado por el terror nuclear y por el maniqueísmo de
aquí los buenos y aquí los malos. Se acabó eso y han salido todas
las arañas de debajo del tapete: monjas condenadas por permitir la
matanza de tutsis en Ruanda, un japonés esquizofrénico que
acuchilla a niños, el regicidio de Nepal, guerras locales
espantosas... Hemos entrado en un mundo totalmente desordenado,
desorganizado, peligroso, en el que nada es seguro. Un mundo
gobernado por locos, como Bush... en fin. Aunque juro bajo este
cielo de Pollença que Bush no dura más de cuatro años.
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