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ANDREU GOMILA - BARCELONA
Ana María Férrin repasa en dos tomos las vivencias más desconocidas de Gaudí. Cuando quedan unos cuatro meses para que comience la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Antoni Gaudí (1852"1926), la editorial Jaraquemada ha editado la última biografía del arquitecto modernista. La periodista y escritora Ana María Férrin (Madrid, 1946) es la autora de «Gaudí. De Piedra y de fuego» y «Gaudí. La huella del genio» sobre los aspectos más íntimos y desconocidos del artífice de la Sagrada Familia. Férrin ha pasado los últimos quince años intentando esclarecer el estado de ánimo del artista durante cada una de sus obras.

"¿Cuál ha sido su principal motivación a la hora de enfrentarse a un hombre sobre quien se han escrito ya tantas páginas?
"Siempre me ha interesado muchísimo. No hay nadie que pase delante de un edificio suyo y no se sorprenda. En 1986, ya existían unos 1.200 títulos sobre Gaudí. Pero había una parte que siempre se iban copiando unos a otros, desde que Ràfols escribió su primera biografía, en 1939. Por ejemplo, en el tema Pepeta Moreu, la mujer a la que Gaudí pidió matrimonio, la referencia siempre era la misma: cuando colaboró con la cooperativa obrera mataronense, conoció a una maestra, de la que se enamoró, y punto. Siempre lo mismo.

"¿Su principal aportación ha sido investigar en sus relaciones humanas?
"Hablar sobre su arquitectura, sin tener la preparación técnica adecuada, hubiera sido un atrevimiento, cuando, además, se ha escrito todo. Así, lo que intento averiguar es qué motivo a Gaudí en el momento de hacer cada una de sus obras. Este hombre, por diferentes causas, parece que nació con 70 años y un cirio en la mano. Y resulta que vino a Barcelona con 16 años y gozó de una gran efervescencia. Tuvo su vida de hombre joven. Nunca se ha hablado de este tema. Entonces, yo he hecho un paralelismo entre sus obras y su vida. Sin ningún tipo de pudor por lo políticamente correcto he transcrito todo lo que he encontrado.

"¿Cuál de sus hallazgos la ha sorprendido más?
"Yo, que he leído todo lo que he encontrado sobre Gaudí, vi que siempre hablaba fatal de los castellanos. Le ponían frenético. No consentía hablar en castellano. Incluso, cuando vino una vez Alfonso XII y fue a abrazarlo él se apartó, le habló en catalán. Siempre decía que los madrileños no dicen más que tonterías, que los castellanos son como polifemos, no tienen sentido. Para él, Valencia, Catalunya y Balears eran el ombligo del mundo. ¿Qué pasaba? Gaudí lo pasó muy mal con el Palacio de Astorga, que tuvo que dejar con el segundo piso construyéndose. Los planos se los tiraron abajo 40 veces, con anotaciones ofensivas. Fue una vez y otra a Madrid y, encima, creo que no le pagaron nada. Cuando se murió el obispo que lo eligió, lo dejó. De hecho, llegó a estar encarcelado, horas, por no querer hablar en castellano.

"¿En qué momento de su vida llegó Gaudí a Mallorca?
"En 1899, el obispo Campins, recién nombrado, va a Barcelona con la idea de reestructurar la catedral de Palma, debido a la modernización de la liturgia. Aquí, Gaudí le explicó sus ideas y se quedó fascinado. En 1903, Gaudí fue a Mallorca y le presentó, en pocos días, su proyecto. Hizo un par de cosas muy interesantes, como abrir la capilla de la Trinitat, ampliar la catedral hasta el fondo, despejó toda la nave. Con Jujol hizo unos dibujos en la pared, pintando con letras rojas: 'Mi sangre caerá sobre todos vosotros'. Cuando los canónigos vieron todo aquello, tuvieron su primera enganchada con Gaudí. Por otro lado, cabe destacar el baldaquino, que es una maqueta de lo que él diseñó: sólo una séptima parte es de hierro policromado. Nunca se llegó a construir el baldaquino verdadero.

"¿Cuál era el estado de ánimo de Gaudí cuando intervino en Palma?
"Muy malo. En esa época estaba metido en siete obras a la vez. Siete obras que rompían con todo lo hecho hasta entonces: la Sagrada Família, la Pedrera, la Catedral de Mallorca, Astorga. Siete obras estudiadas en todas las facultades de arquitectura del mundo, porque rompían con la regla y el compás, fijándose en los mecanismos de la naturaleza. Todo esto le llevaba a un desgaste cerebral impresionante, además de ser un hombre que no tenía ningún tipo de alegría personal. Fue un hombre de un solo amor. Entonces tenía unos 55 años, edad en la que uno se replantea muchas cosas. Los años de Mallorca fueron muy malos. Para colmo, murió el obispo, su padre, su sobrina.

"¿Qué le parece la futura intervención de Barceló en la Seu?
"Me parece un lujo. Quien sea aficionado a la historia sabe que muchas catedrales e iglesias han llevado siglos de ejecución.