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La ceramista Bel Ramis expone sus esculturas en el Hotel Formentor a partir del próximo sábado en una muestra en la que, sobre todo, enseña obra reciente aunque la exposición recoge alguna pieza de años atrás, a partir de 1996. Ramis presenta sus esculturas con tratamiento cerámico en las que predominan obras figurativas, algunas montadas con elementos de hierro, también diseñados por ella, y platos no al uso.

Ramis explica que sus comienzos fueron en el taller familiar, junto a su madre, la escultora Remigia Caubet, y que hubo un momento en el que se quedó «fascinada por el proceso de la cerámica». En una fábrica en la que se hacían productos básicos y utilitarios descubrió las posibilidades de la cerámica trasladadas al trabajo artístico.

«Comencé con platos irregulares, hechos a mano, con relieves y perfiles humanos, que rompían con la estética del plato a torno, que yo no he trabajado». Ahora, en Formentor, se podrán ver piezas en las que predominan sus colores, blanco, azul y tierra, de acabado rugoso, con mucho de primitivismo, de rasgos abocetados y referencias a la escultura arqueológica.

«La mujer es un tema, me gusta el rostro femenino desde siempre; la maternidad también aparece, así como animales, peces, palomos». A Bel Ramis, cuyas piezas están cocidas alta temperatura en una sola vez, en busca del tratamiento que ella quiere para el barro y los esmaltes, le gusta investigar allí donde la cerámica tiene mucho de riesgo, en el horno, «porque el fuego es fundamental». Con esto consigue otro de sus logros de estilo, las transparencias. Hay obras en las que introduce palabras «que se refieren a reflexiones sobre el trabajo o vivencias». Investigar, evolucionar, descubrir. Ése es el camino que sigue, combinando el conocimiento de la técnica, la intuición y la creatividad.