Reunión, ayer, de la Fundació Art a la Seu. Foto: SERGE CASES

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«Pops», «gambas», «galls», «anfós», «magranas», y mucha «fruita» son las imágenes que Miquel Barceló ha modelado en arcilla para el primero de los murales de la Capilla de Sant Pere, de la Catedral, el que cubrirá el lado izquierdo, que ya ha terminado, pero no cocido. La Fundació Art a la Seu ha aprobado la obra. Así lo explicaron ayer Pere Joan Llabrés, delegado diocesano de Patrimonio, y Sebastià Gamundí, arquitecto de la Diócesis, tras su regreso de Vietri (Italia), donde trabaja el artista. Se prevé que la totalidad de la cerámica quede lista a final de año.

LLabrés y Gamundí comunicaron ayer lo visto en Vietri a los responsables de la Fundació, que patrocina la obra.

Los laterales de la Capilla ilustrarán el milagro de los panes y los peces, y es la parte que se refiere a los segundos la que está a punto de entrar en el horno. En cuanto a los segundos, de los que conocieron varias pruebas, aseguraron que el resultado «fan mangera». Así de entusiasmados volvieron tras ver el «inmenso» trabajo que desarrolla Barceló con la colaboración del ceramista local Vincenzo Santoriello. Debido al fuerte calor que ya sufre Vietri, Barceló trabaja por la tarde, noche, y madrugada. Por la mañana practica piragüismo «para mantenerse en forma» porque, como dijo el artista en sa Llonja, cuando presentó su exposición, le supone gran esfuerzo físico.

El viaje ha sido para que los representantes de la Diócesis vieran los primeros resultados y que Gamundí aprobara la obra, tal como especifica el contrato con el artista, antes de ser aceptada por la Fundació. Próximamente los integrantes de dicha entidad viajarán a Vietri.

El mural concluido «supera con mucho la maqueta en belleza y vigor», explicó Llabrés. Por el relato de ambos sabemos que Barceló trabaja «directamente» la arcilla, sin boceto, «va improvisando». El método es el siguiente: sobre unas estructuras a base de tubos de metal, que asemejan un cañizo, pone un tablón de madera; encima de éste coloca la arcilla preparada, después se retira la madera y el artista comienza a modelar las grandes piezas por detrás, viendo en una pantalla lo que va surgiendo. Cuando el barro se seca, rompe; estas roturas delimitan el tamaño de las partes que, ya en la Catedral, se ensamblarán como un puzzle.

Gamundí ha ultimado con el artista la manera de colocar las piezas sobre la pared de la Capilla, preveiendo que no les afecten «humedades y condensaciones» típicas de nuestro clima.

Barceló emplea arcilla del norte de Alemania e Italia (Salerno y Roma), mezclada con granos de arcilla cocida y triturada. El horno estará, al menos, a 1.000 grados para asegurar la dureza final. En total, utilizará 30.000 kilos. Parte de la cerámica irá esmaltada. «Hemos visto muchos azules», comentaron.

Barceló trabaja en una nave de 1.500 metros cuadrados y 17 de alto. Los murales medirán de 230 a 260 metros.