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IVÀN TERRASA - MADRID
La monumental escultura donada por el arquitecto, ingeniero y escultor valenciano Santiago Calatrava al Museu des Baluard recibe estos días los últimos retoques en Madrid antes de viajar a Palma. «No me cuesta imaginarla como un nuevo símbolo de Ciutat, un nuevo elemento significativo del Paseo Marítimo, visible tanto de día como de noche», comenta Luis García Ruiz, arquitecto del Museu des Baluard.

«Calatrava hace unas cosas tan fantásticas que para nosotros que fundimos esculturas, donde a veces no importan las medidas, nos hemos encontrado con que aquí la precisión es primordial», confiesa Guillermo Ponce, de la Fundición Magisa de Madrid, en la que se está perfilando la escultura.

Los números de la misma, se mire por donde se mire, son espectaculares. Una base de más de 15 toneladas de peso repleta de agua, dos conos de cuatro metros y medio de alto, sobre los que se instalarán cinco cubos de cobre de un metro ochenta por metro ochenta, de 2.700 kilos de peso cada uno. El conjunto tendrá más de 16 metros de altura y pesará cerca de 30 toneladas. Sólo los materiales cuestan unos 360.600 euros (60 millones de las antiguas pesetas). Se ubicará sobre las murallas del museo y «será muy impresionante, parecerá el mascarón de proa de un barco», en palabras de García.

Ésta será la primera obra de Calatrava en Mallorca. «En la actualidad no hay ciudad moderna que se precie que no tenga una obra o un puente de Santiago Calatrava», dijo García. Para hacerse una idea de lo complejo de esta obra, mezcla de arte e ingeniería, Ponce reconoce que antes de poder ponerse manos a la obra tuvieron que construir «una maqueta para estudiarla y comprenderla». Todos los materiales han llegado de Alemania. «Las chapas han sido cortadas con exactitud milimétrica por el sistema de chorro de agua, con cálculos muy exactos ejecutados con ordenadores».