Nils Burwitz se considera «creyente». Por eso, para el artista,
realizar un vitral como el que ha hecho para la iglesia de Sant
Pere y Sant Pau de Algaida implica «compartir el don del pintor»
con el resto de creyentes. «La iglesia es, en la actualidad, el
único sitio dedicado al recogimiento, los otros lugares están
repletos de ruido». Por eso le interesó poder llevar a cabo este
proyecto, un proyecto que engrosa la lista de vitrales realizados
por Burwitz.
La pieza está compuesta por once paneles que se dividen en dos
vitrales donde se narra la historia de Saulo. En uno, se explica su
«ceguera a través de un rayo proveniente del cielo». En el otro, se
cuenta «su recuperación gracias a la fuerza curativa de la fe» y
mediante «la imposición de manos de Ananias». «Saulo fue el
misionero más importante de la Iglesia», dijo Burwitz.
El vitral mide seis metros de alto y dos metros de ancho y se ha
realizado con cristabufat de diferentes colores. «El ventanal se ha
cubierto con pintura de esmalte y se ha montado pieza por pieza».
Un trabajo árduo que le llevó seis semanas. El resultado es dos
paneles diferenciados con un elemento en común: el rayo cegador y
la luz que cura la ceguera de Saulo. Ambos, surgen del cielo y, por
lo tanto, del mismo lugar: la parte de arriba del vitral.
La elección del tema fue «una colaboración entre varias
personas». Primero, Burwitz hizo un dibujo que, luego, mostró a
mosén Pere-Joan Llabrés, delegado diocesano de Patrimoni Cultural,
y a Sebastià Gamundí, arquitecto diocesano. Tras la consulta, llegó
el boceto definitivo. El vitral se construyó en Glasndios Derix, un
taller cerca de Wiesbaden, en Alemania, y, después, se llevó a
Mallorca. «Para mí, este tipo de trabajo me da más satisfacciones
que otros». Sobre todo, Burwitz disfruta «instalando la obra».
Se trata de la segunda vez que Burwitz realiza un vitral para la
iglesia de Sant Pere y Sant Pau. Con anterioridad, hizo la «bajada
del espíritu santo a la asamblea». También ha dejado su huella en
iglesias como la de Son Armadans, la de Santa Eulàlia en Palma o la
de la ermita de la Santíssima Trinitat de Valldemossa. Otro de sus
trabajos fue el rosetón de la basílica del monasterio de Lluc. En
todas, ha compartido sus creencias con el resto para «conseguir que
los feligreses tengan un nuevo motivo para asistir».
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