El arquitecto Daniel Libeskind, la artista Barbara Weil y la consellera Mabel Cabrer. Foto: MICHELS

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MICHELS/EFE
El arquitecto Daniel Libeskind, el hombre elegido para reconstruir la Zona O de Nueva York, destruida por el atentado del 11-S, visitó ayer Mallorca para inaugurar en Andratx el Studio Weil, un edificio donde la artista Barbara Weil podrá crear y mostrar su obra y que ha sido calificado como una obra de arquitectura de abstracción pura». La inauguración tuvo lugar durante la tarde de ayer y contó con la presencia de numerosas personas, entre ellos la consellera de Obres Públiques, Mabel Cabrer; la diputada y ex teniente de alcalde de Cultura del Ajuntament de Palma, Carme Feliu; y el arquitecto Pere Nicolau.

Libeskind se mostró encantado con la realización final de su edificio y destacó que «la impresión que me he llevado al verlo realizado ha sido muy buena». Por su parte, Barbara Weil hizo de perfecta anfitriona y se mostró encantada con la obra. Libeskind no quiso hablar en Mallorca de su proyecto para Nueva York, aunque si aseguró que quiere «dotar a Nueva York de un nuevo icono, que ilumine y revitalice el Bajo Manhattan». El arquitecto si habló ayer en Nueva York ante la prensa extranjera con motivo del segundo aniversario del 11-S. Explicó que su proyecto para la zona cero, denominado «Jardines en el Cielo», es un conjunto de edificios coronados por una gran torre, que se convertirá en la más alta del mundo. «Nueva York ama las alturas», aseguró contundente. Por ello, su proyecto contempla la edificación de una gran torre, denominada de la Libertad, que será superior a la Torres Petronas de Malasia y que permitirá recomponer la silueta del Bajo Manhattan.

«La recomposición del horizonte es de suma importancia para la ciudad, porque la destrucción de las Torres Gemelas dejó a los neoyorquinos huérfanos de un icono y de un elemento de orientación», dijo. Por ello, cree que lo más importante de la nueva «Torre de la Libertad» será su localización y su visibilidad, facilitada por la colocación de una «aguja» que se elevará a 541 metros de altura. Sin embargo, «lo importante no es tanto el tamaño, sino lo que la torre nos diga. Y yo creo que la torre nos hablará de optimismo, de vitalidad, de relaciones humanas», dijo.