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La pintora Alícia Llabrés inaugura este jueves en la galería Astarté de Madrid su primera exposición individual en la capital española, en la que muestra una obra que ha recogido bajo el título «Les ciutats invisibles: Memòria d'Orient». En esta exposición esta artista recoge su pasión por el paisaje urbano, por la ciudad entendida como «conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje» y, también, «como lugares de trueque, de mercancías, de palabras, de deseos, de recuerdos», utilizando las palabras de Italo Calvino recogidas en «Las ciudades invisibles», un libro que está presente en cada una de las pinceladas de esta exposición.

Alícia Llabrés usa las ciudades para hablar del hombre «sin tener que hacer retratos», un género que rechaza porque «un retrato me hace estar más pendiente del dibujo que de la pintura y a mí lo que más me interesa es esta última», dice. Además, asegura que «la arquitectura ya dice muchas cosas de las gentes que habitan esas casas». Este interés por la ciudad, que Alícia Llabrés retrata en pequeños fragmentos -fachadas, trozos de pared, puertas y ventanas- que envuelve en una atmósfera de cierto misterio, de exotismo, que nos remite a paisajes lejanos pero también a nuestras propias raíces, fue fruto de un viaje al Yemen. «Allí me di cuenta que aquellas gentes eran grandes arquitectos pese a utilizar elementos muy sencillos».

Es por ello que estas obras expresan un sabor oriental pero en el que también son evidentes los signos de la cultura occidental, porque «Oriente y Occidente no son tan diferentes». Pese a ello, Llabrés intenta recoger «la sabiduría del pueblo que, en Mallorca, ha sido abandonada. En la Isla la arquitectura ha perdido esta sabiduría popular, que con pocos elementos, con una gran austeridad, creaba construcciones de gran armonía y equilibrio». Alícia Llabrés se define como una pintora «muy intuitiva» cuando habla de creación y de composición. «Un cuadro surge de una idea previa, pero dejo que él me indique el camino. Ambos nos provocamos».