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El tenor René Kollo está acostumbrado a actuar en los escenarios operísticos más prestigiosos del mundo, cantando en espacios como La Scala de Milán o el Teatro de la Ópera de Viena. El próximo miércoles 24 de septiembre se acercará hasta Mallorca para protagonizar en el Auditòrium «La viuda alegre», una opereta de Franz Lehar cuya representación servirá para conmemorar los diez años de vida de la Associació Austríaca d'Amics de Mallorca.

-«La viuda alegre» es la opereta más conocida de Lehar y una de las más representadas a nivel mundial. ¿Qué elementos destacaría?
-Tiene una música y un texto muy bonitos, principales razones por las que esta opereta ha tenido tanto éxito. Hace tiempo, grabé esta pieza con Karajan, un disco que ayudó a popularizar la obra.

-Usted interpreta el papel de Danilo, un vividor. ¿Se siente cómodo en personajes menos serios que los de las óperas clásicas?
-No puedo hacer siempre papeles serios, hay que poder representar todo tipo de roles. Desde un vividor como Danilo hasta un Sigfrid, un personaje totalmente diferente.

-Usted ya ha interpretado en muchas ocasiones a Danilo. ¿Cuál es el sello que imprime al personaje?
-Mi principal interés es mostrar al público que Danilo es un vividor que está enamorado de la viuda. Me centro, básicamente, en el personaje, que destaque por encima del resto. Cuando se trabaja con buenos papeles, no hay que hacer nada más.

-¿Técnicamente, es una opereta difícil?
-Para Danilo no es difícil pero sí para otros papeles, como el de la viuda. Sí es complicado pasar de la parte textual, muy abundante en la opereta, a la cantada. En Mallorca, sólo se escuchará la parte cantada para acercar más la historia al público.

-En los países mediterráneos, se programan más óperas italianas que alemanas. ¿Cambiará algún día?
-Es una cuestión de educación. Los mayores fans de las óperas alemanas se encuentran en Francia e Inglaterra. Tal vez, en el futuro, España siga la misma corriente.

-A nivel interpretativo, ¿ve alguna diferencia entre cantar ópera en italiano o hacerlo en alemán?
-La preparación y la manera de cantar son las mismas. Wagner decía que sus composiciones debían cantarse como si fueran italianas, sobre todo por su formación, ya que pasaba mucho tiempo en Italia.

-Usted conoce bien el Teatro de la Ópera de Viena. ¿Viena sigue siendo la capital de la ópera?
-Hoy en día existen muchas capitales de la ópera. Un solista debe actuar en La Scala de Milán, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York porque se encuentran al mismo nivel.

-¿Cómo ve el futuro de la ópera?
-Es una cuestión de política. Hay pocos políticos que se preocupen por la cultura. Para mí, la cultura de un país es tan importante como la economía o la educación.

-¿Por qué se ha llegado a esta situación?
-Un ministro de Cultura debería pertenecer al mundo de la cultura para poder preservarla y para preocuparse por el futuro. Porque, si no se educa a los jóvenes, crecen sin conocer a Strauss o a Wagner. Hay que saber despertar su interés.

-Entonces, ¿la ópera podría llegar a desaparecer?
-Sí. En la actualidad, hay muchos papeles que no se interpretan porque no hay cantantes que sepan hacerlo. Antes, en Alemania, cada teatro tenía a alguien que podía interpretar estos papeles cada día. Ahora, sólo trabajan con artistas invitados. Las nuevas generaciones no podrán aprender estos roles si el camino no está hecho. Tal vez, dentro de dos generaciones, mucha gente no conozca a los grandes nombres.

-Hoy en día, para acercar la ópera al gran público, se hacen adaptaciones libres que respetan la música pero que cambian el resto. ¿Qué opina de estos montajes?
-Depende de la manera de llevarlo a cabo. Los cambios deben respetar la historia, si no, la adaptación no es correcta. Creo que se trata de un afán de protagonismo del director, quien olvida lo realmente importante, la música.

-Entonces, ¿cómo se puede actualizar la ópera?
-Se puede modernizar pero no cambiar la historia. La música y el texto deben permanecer. Lo único que puede variarse es lo que el ojo ve. Si se quiere cambiar, deben escribirse nuevas óperas.