TW
0

ANA GEREZ - NUEVA YORK
El director de origen greco-turco Elia Kazan, considerado como uno de los más influyentes tanto en el cine como en el teatro estadounidenses, falleció el domingo a la edad de 94 años en su domicilio en Nueva York. Kazan deja un valioso legado cinematográfico, teatral y literario en Estados Unidos, donde su talento artístico se vio empañado en algunos momentos por su pasado político y por la «traición» a sus compañeros. La carrera de Kazan comprende una larga lista de éxitos que han influido enormemente en la concepción del teatro norteamericano e inyectado una nueva mirada al cine, en la que desbordaba la creatividad. Sus películas se han convertido en clásicos y entre ellas figuran títulos que también llevó al teatro, como «Un tranvía llamado deseo». Clásicos son también «La ley del silencio», «Viva Zapata», «Al este del Edén», «Esplendor en la hierba» y «América, América», basada en una novela suya que se inspiraba en la vida de su familia. Siete de sus producciones acumularon un total de 20 premios Oscar, incluido el de mejor director por «La barrera invisible», de 1947, y «On the waterfront».

Kazan entró en 1932 en el «Group Theatre» de Nueva York, una compañía privada dedicada a obras experimentales que ayudó a cambiar por completo la concepción del teatro norteamericano, en la que se reveló como uno de los directores más innovadores. En 1947, cofundó el «Actor's Studio», una escuela con gran influencia en el teatro norteamericano de la que fue profesor y codirector, y de la que salieron actores de la talla de Marlon Brando o Montgomery Clift. Kazan, quien procedía de una familia griega modesta en recursos que emigró de Estambul a Berlín y luego a Nueva York, formó equipo en teatro no sólo con Arthur Miller, sino también con Tennessee Williams en obras como «La gata sobre el tejado de zinc caliente», que también llevó a la pantalla grande con Paul Newman y Elizabeth Taylor como protagonistas.

El director vivió parte de su vida con el sambenito de traidor unido a su nombre por haber revelado al Comité de Actividades Antiamericanas de Estados Unidos, durante la época del senador Joseph McCarthy, los nombres de personas que, como él, pertenecieron al partido comunista a mediados de los años treinta. Su testimonio ante el Comité dañó para siempre su amistad con Miller y otros compañeros que criticaron su decisión. La «traición» de Kazan, quien inicialmente había reconocido su pasado comunista pero se había negado a delatar a otros durante la llamada «caza de brujas», le perseguiría el resto de su vida. En 1999, cuando la Academia del cine estadounidense decidió darle un Oscar por el trabajo de toda una vida, las heridas volvieron a abrirse y la entrega del galardón estuvo acompañada de una fría acogida por algunos miembros del mundo de las artes, aunque otros no pudieron dejar de aplaudir al gran director.