Don Felipe presidió ayer en Oviedo la entrega de los Premios
Príncipe de Asturias 2003 que en esta edición tuvieron un
significado especial para Mallorca ya que entre los premiados había
un artista isleño, Miquel Barceló. La Reina Sofía e Iñaqui
Urdangarín siguieron la ceremonia desde el palco de honor del
Teatro Campoamor. Al acto acudieron el presidente del Gobierno
asturiano, Vicente Àlvarez Areces; la ministra de Cultura, Pilar
del Castillo; el ministro de Fomento, Francisco Àlvarez-Cascos, y
el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga. Como
representante del Govern balear acudió Francesc Fiol, conseller
d'Educació i Cultura.
El Príncipe elogió la «enriquecedora pluralidad de culturas y
sentimientos» que propicia la Constitución española, y recordó que
la Carta Magna nació para evitar «la división, la insolidaridad o
la discordia». En su discurso, rindió un expresivo homenaje a la
Constitución española y expresó su «honda gratitud» a la
generosidad de quienes han hecho posible «la España democrática en
que vivimos». Por supuesto, don Felipe también repasó los méritos
de los diez ganadores de los Premios Príncipe de Asturias.
«Nunca antes España ha sido más libre, más próspera, más capaz y
admirada que en esta época iluminada por nuestra ley de leyes»,
dijo ante el repleto coliseo asturiano y tuvo también un recuerdo
«con especial emoción» a las «víctimas de la intolerancia y del
terrorismo» que perdieron sus «vidas defendiendo su libertad y la
de todos». El Príncipe reservó un amplio pasaje al presidente de
Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, de quien afirmó que «es un
altísimo ejemplo para todos». Alabó de Lula da Silva, al que
entregó el Premio de Cooperación Internacional, la forma en que, en
su país, «se empeña en proseguir por el ilusionante camino del
progreso, bajo el signo de la justicia y contra la exclusión
social».
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