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«Cada día veo el mundo de una manera diferente, cada día aprendo algo nuevo». Rafel Joan pinta en plena naturaleza, reteniendo «el paso del tiempo y de las estaciones» y reflejando estos cambios en su obra. La Sala Pelaires acoge su primera muestra en Palma tras tres años de ausencia. Rafel Joan busca plasmar en sus cuadros «los pequeños detalles», aquellos que pasan desapercibidos a primera vista. Sus piezas son «un conglomerado de tiempo y de vida», la unión de diferentes «puntos de vista» que dependen del lugar en el que pinte y de lo que le llame la atención. «No tengo un taller, trabajo fuera, delante de un árbol». De esta manera, sus obras son una mezcla de diferentes perspectivas y elementos que siempre tienen en cuenta «la luz», un elemento clave de su pintura.

Tras vivir en Barcelona, Joan ha regresado a la Isla y ha dejado atrás sus «paisajes urbanos oscuros y tenebrosos», substituyéndolos por «otros más próximos y enraizados»: los de Mallorca. «Intento ver más allá, busco una acción contemplativa que nace de una convivencia continuada y diaria». Antes, «pintaba de una manera más obsesiva» y, ahora, «lo hago cuando me sale del alma».

En la Sala Pelaires, Rafel Joan presenta sus últimas obras más otras de 1997 que ha retocado recientemente. «Me gusta creer que la obra está abierta porque acabar un cuadro significa matarlo». Así, «se puede convivir con una pieza, se puede revisitar e ir añadiendo elementos que hacen que cambie por completo». «Pinto porque no sé escribir». Para el autor, el arte es la manera de «leer lo que no se entiende y lo que se contempla». Con todo, crea un mundo propio que se basa en un buen feeling con lo que le rodea y que le hace aprender, cada día, algo nuevo.