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El diseño de moda y el arte mantienen un idilio en alza y el primero se considera una disciplina artística que se expone en los más importantes centros de arte de todo el mundo. En esta línea, el diseñador mallorquín Miquel Adrover y el Museu Es Baluard presentaron ayer su primera colaboración, los uniformes del personal, un trabajo que Adrover ha hecho desinteresadamente. El diseño de Miguel Adrover para Es Baluard es de línea «sencilla y clásica porque le gente vendrá aquí a ver cuadros y no vestidos», dijo este mallorquín que vive y trabaja en Nueva York, y que presentado ayer por la vicepresidenta del CIM, Dolça Mulet, representando a la Fundació que rige los destinos del museo, y por Teresa Pérez-Jofre, directora del mismo. Fiel a uno de los conceptos que le sirven de inspiración, lo étnico, Adrover ha utilizado detalles de la vestimenta tradicional mallorquina como la botonadura de los trajes, el pañuelo de cuello, basado en emocador de bolic, o los zapatos, que serán donados por la empresa local Lotusse, con la que trabaja, y se inspiran en las porqueres. Otra empresa local, la Joyería Ramon Llull, colaborará con los diseños de joyería que complementarán los uniformes.

Traje de pantalón, chaqueta americana, chaleco y corbata será el uniforme que vistan quienes recibirán a los visitantes. «Más sencillo», vestido camisero con abotonadura delantera, cinturón, pañuelo al cuello, manga tres cuartos, largo a la rodilla y también chaqueta llevarán las asistentes de sala. Los colores, el azul oscuro y el marrón tierra. «Se confeccionarán en las factorías más importantes de Nueva York», aseguró. «Queremos ser respetuosos con quienes visiten el museo», de ahí la concepción de unos uniformes sin estridencias. Miguel Adrover estuvo en Es Baluard donde, simpático y mucho más asequible de lo que imginábamos, habló, con quien quiso preguntarle, de sus diseños para el museo, de sus ideas y proyectos o de su presencia en exposiciones en el Metropolitan Museum de Nueva York, el National Museum de Washington o el Reina Sofía de Madrid. «En nuestra compañía no nos definimos como diseñadores de ropa, sino como parte de una conciencia social que aprovecha los medios de comunicación que tiene la moda para influir en la juventud, lanzar un mensaje porque nuestra ropa, al contrario que la de la mayoría, que habla del pasado o del futuro, se inspira en el presente, lo más difícil de reflejar». En el vídeo de su última colección, proyectado ayer, se vió claramente su interés por dar voz desde la pasarela a quienes disfrutan de menos y no tienen cabida ni en los medios ni en el engranaje social. Al menos, señaló, «quedan visualmente reflejados al mismo nivel que otra gente». Sus desfiles son prueba de ello con modelos de todas las razas, modelos no profesionales «como el carnicero que vive debajo de nuestro piso», referencias a Àfrica, a la paz a la gente de la calle y al mediterráneo, higueras y estornells que otro mallorquín, Pere Bennàssar, pintó para las telas de algunas prendas.

Miguel Adrover se acerca cada vez más a Mallorca, donde cree que puede ayudar a apoyar la industria mallorquina como sucede con sus colaboraciones con las empresas Lotusse o Joyería Ramon Llull. Así lo confirmó ayer en Es Baluard donde dijo, además, que lleva mucho tiempo pensando que cuando abra su primera tienda le gustaría «que fuera en Mallorca», una tienda alejada de la sofisticación habitual de las grandes marcas y que él se imagina más con «una filosofía cercana a la cultura, como un centro de comunicación donde la gente encuentre humanidad y sencillez». «Llevamos mucho tiempo desarrollando el concepto de cómo queremos que sean nuestras tiendas», aseguró.