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El equipo de arqueólogos que trabaja en el túmulo de Son Ferrer, ubicado cerca del Puig de Sa Morisca (Calvià), descubrió a finales de 2003 una cueva mortuoria prehistórica que data de la época naviforme (1700-1100 a.C). Esta construcción estaba sellada por materiales y restos humanos que pertenecen al siglo II d.C. Hace sólo un mes que se iniciaron los trabajos de excavación, pero ya han permitido confirmar que hay una continuidad en su uso de más de 2.000 años. Se trata de una cueva construida por el hombre y excavada en la roca arenisca de esta zona de Calvià. Es de forma alargada, con dos cámaras de aproximadamente unos diez metros de largo y dos de ancho. Aunque pertenece a la época naviforme, su último uso funerario es posterior y se debe situar en la época postalayótica, posiblemente en el siglo II d.C.

Por el momento, la actividad en la cueva se ha centrado en la colocación de la instalación eléctrica y la cuadrícula topográfica, así como en los trabajos de extracción de los sedimentos, que ya han confirmado las primeras hipótesis sobre su uso. En su superficie se observan numerosos restos humanos intactos (pelvis, mandíbulas, fémures, etc.), junto a restos de un perro y cerámica asociada a los ritos funerarios de las comunidades prehistóricas. «Por saber está todavía qué tipo de enterramiento es: individualizado -y en ese caso habría que estudiar si los restos pertenecen a un linaje, clan o tribu- o si es un osario», apunta Jaime García, uno de los arqueólogos del proyecto. Por su parte, otro de los expertos que está realizando la excavación, Miguel Àngel Iglesias, destaca que «ya se observa que hay un tratamiento especial con los niños, sobre todo con los neonatos, que aparecen ubicados en suntuosos contenedores cerámicos».

En cuanto al túmulo de Son Ferrer, cabe destacar que fue construido antes del 500 a.C. Es uno de los tipos arquitectónicos más desconocidos de la prehistoria de las Balears. Se trata de una estructura tumular sólida formada por diferentes líneas murarias concéntricas y un relleno de piedras entre ellas, que da lugar a una estructura muy consistente y sólida. En torno al siglo II a.C., el túmulo pierde su función ceremonial y se convierte en una necrópolis infantil. Se localizan diferentes zonas donde se hallan enterramientos en urnas de arenisca, cerámica talayótica y ánforas púnicas. A esta época pertenecen los restos recogidos a la entrada de la cueva, «que ya han sido investigados y que suman dieciséis cadáveres que pertenecen al siglo II a.C.: dos adultos, tres infantes y once neonatos», apunta García. En torno al 50 d.C., el túmulo se abandona y no se vuelve a utilizar hasta el siglo XIX, con la construcción de una era y un horno. En esta época, el túmulo adquiere una función relacionada con las actividades agrícolas de la zona. Este importante hallazgo arqueológico forma parte de un proyecto de excavación, restauración y adecuación de este enclave prehistórico. Esta iniciativa está cofinanciada por la Unión Europea, el Govern y el Ajuntament de Calvià.