Jeroni Ginard, «Murtó», es ceramista y regenta los talleres de
sa Teulera, en Artà. Entre 1996 y 2000, asegura haber trabajado
«mano a mano» con el artista Miquel Barceló en la realización de
unas 350 piezas, de las que ahora reclama la coautoría, mediante un
procedimiento civil que se sigue en el juzgado número 2 de
Manacor.
-¿Cómo justifica que usted es coautor de esas
obras?
-Por el hecho de que, desde el momento en que comenzamos a
trabajar, Barceló me dijo que haríamos exposiciones juntos. Incluso
conservo cartas manuscristas, en las que se lee: «hemos hecho y
haremos muchas cosas juntos». Nunca me dijo «tú me ayudarás». De
hecho, yo lo preparaba todo, daba forma a las piezas, buscaba las
posibilidades, realizaba el proceso de secado, intervenía en la
decoración y me encargaba de la cocción. Hicimos las obras juntos,
de principio a fin.
-¿Y las ideas, de quién son?
-Yo también aportaba ideas porque, si no, él no tenía ni idea del
complejo mundo de la cerámica. Llevo décadas haciendo cerámica y
años exhibiendo mis obras en exposiciones, miserables, eso sí, pues
yo no he tenido un Bischofberger a mi lado. Puede estar segura de
que Barceló tomó ideas mías, desde las maneras o la atmósfera a
colores de piezas que yo había realizado antes.
-¿Usted cobraba honorarios por trabajar para
él?
-No, ni uno. De hecho, yo no creía trabajar para él, sino con él.
Me hizo pagos esporádicos, bastante miserables por cierto. Eso sí,
cuando necesitábamos arcilla, él la encargaba y la pagaba, y compró
un horno sencillo, que al final sólo utilizamos una vez porque no
fue bien.
-¿No había contrato?
-No, porque Barceló decía que entre mallorquines y amigos no tenía
porqué haber contrato. El engaño es que parecía una relación como
la de Miró con Artigas, y de hecho me regaló un catálogo de las
obras «Miró-Artigas».
-¿Quién firmaba esas piezas? ¿Lo hacía Barceló sólo con
su nombre?
-No, normalmente no las firmaba, puede que haya alguna, pero creo
que las que se hicieron en sa Teulera no están firmadas. Aun así,
no tengo la relación de esas 350 obras porque al solicitarla al
Fons Documental de Miquel Barceló, en Artà, para poder tener
constancia, se negaron a dármela. Por lo visto, el Ajuntament paga
a la archivadora y el local, pero no puedo tener acceso al archivo.
Ahora no puedo acordarme de todas esas piezas.
-Usted declara que durante más de tres años cierra el
taller a otros trabajos.
-¿Y qué hubiera hecho otro si va todo un «barceló» y le dice que no
tendrá que volver a hacer pedidos para clientes, que harán
exposiciones juntos y otras promesas por el estilo? El hecho es que
perdí la clientela.
-En 2000, ya debía estar en marcha el proyecto de
Barceló para la Seu. ¿Intervino usted?
-Hicimos unas pruebas en Can Murtó, pero yo le dije que no podía ir
bien, que era imposible. No sé cómo lo ha hecho en Vietri, pero
imagino que de la misma forma que como lo íbamos a hacer aquí. Así
que cuando escuché las declaraciones del canónigo Pere Llabrés,
diciendo que la obra va creando unas grietas según va secando,
pensé que aquello era la confirmación de lo que yo creía: estas
grietas son roturas que se producen dentro del horno, es decir,
taras, aunque las presenten ahora como virtudes. Por cierto que
Barceló me dijo, delante de mi mujer, que por lo de la Seu, yo
ganaría dinero por un tubo.
-¿Sabe que muchos pensarán que lo que quiere es sacar
dinero a un famoso?
-Que piensen lo que quieran. Yo ahora exijo mis derechos. Pero si
entonces él hubiera cumplido, yo no hubiese tenido interés alguno
en sacarle dinero. Miquel Barceló nos engañó, a mí y a mi familia.
Y esta demanda es una cuestión de dignidad.
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