«Si alguien está en contra de la unidad de la lengua o es un
imbécil o es un hijo de puta». Así de contundente se mostró ayer
Sebastià Alzamora en la última de las mesas redondas del «Encontre
d'Escriptors», enmarcada dentro de las actividades de los Premios
Octubre que esta noche darán a conocer sus ganadores.
Alzamora compartió su mesa con Hèctor Moret y Toni Cucarella y
hablaron sobre «La fragmentació de la literatura catalana». Como es
de suponer, el tema podía incitar a la polémica y a fe que hubo de
la buena en la sala de actos del colegio mayor Rector Peset de la
Universidad de Valencia. Y es que el medio no era precisamente el
mejor para Alzamora, que guarda buenos amigos en las tierras
valencianas pero que ayer le reprocharon el hecho de que haya
aceptado un cargo en el Institut d'Estudis Baleàrics (IEB).
La verdad es que la charla se alejó bastante de la transición y
su época y pasó a analizar los problemas más actuales de nuestra
literatura, hecho que los asistentes más jóvenes agradecieron de
forma notable. Poco a poco fueron apareciendo las diferentes
problemáticas: la falta de distribución de las obras literarias en
la totalidad del territorio, la incapacidad de la metrópoli de
Barcelona para asumir las propuestas arriesgadas de las periferias,
las actitudes quejosas de la periferia, la falta de un tejido
empresarial editorial fuerte y con vocación de país y, sobre todo,
la distinción entre catalán y valenciano.
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