El Museu Es Baluard recibió ayer la visita de Blanca Pons
Sorolla, la biznieta de Sorolla, de quien el Museu d'Art Modern i
Contemporani de Palma acaba de adquirir la obra «Cala de Sant
Vicenç». La visita de Blanca Pons estaba directamente vinculada con
la realización del catálogo razonado que prepara sobre la obra de
su bisabuelo y que incluirá también el «Retrato del Niño Antonio de
la Torre y Hernández», firmado por el artista, que exhibe el
centro. Heredera de uno de los apellidos más representativos de la
historia del arte, Pons Sorolla recorrió las instalaciones del
centro y encontró un momento para valorar el óleo que Es Baluard
adquirió el pasado 16 de noviembre en una subasta celebrada en la
casa Sotheby's de Londres. «Es un cuadro maravilloso», afirmó
rotunda. Para Pons la compra de este lienzo de 1919 ha sido muy
oportuna porque «es una de las pocas obras que Sorolla pintó en la
Isla y que estaba en manos de un particular».
Después de una vida dedicada a estudiar el momento histórico y
artística en el que se formó su antepasado, la especialista remarcó
el acierto del museo en la elección de este óleo ya que representa
«una de las últimas oportunidades que Sorolla tuvo para pintar al
aire libre su querido Mediterráneo y disfrutar» y también porque
«se trata de Mallorca y no podría exhibirse en un lugar más
acertado y sugestivo».
Blanca Pons definió el cuadro como «una obra fascinante» que
posee los rasgos inequívocos de las telas del llamado pintor de la
luz y del color: «El brillo, el colorido, la sutileza y la
modernidad distinguen la obra mallorquina de Sorolla», que refleja
en este paisaje «la luz y el color que tiene este lugar de la
costa», destacó. Para la biznieta del pintor, la importancia de
este óleo en el contexto de la producción de su bisabuelo es
indiscutible «aunque puede que haya gente que no lo encuentre
representativo». En este sentido, Blanca Pons aseguró que
lamentablemente con Sorolla pasa algo que no sucede con ningún otro
artista: «Se le ha encasillado como el pintor de la playa de
Valencia cuando en realidad fue mucho más». La experta afirmó que
«Sorolla fue un pintor de una modernidad bárbara y un cuadro como
éste refleja su calidad». El autor fue «un magnífico retratista, un
paisajista único y uno de los pintores que mejor entendió el tema
de los jardines». Sorolla visitó la Isla en agosto de 1919, después
de siete años trabajando en una obra para la Hispanic Society of
America de Nueva York. Durante su estancia concibió unas veinte
piezas, la mayoría de las cuales se exhiben en el Museo Sorolla de
Madrid. Pintó la Cala de Sant Vicenç, retrató a una payesa
mallorquina y, en Eivissa, además de algunas vistas y dibujos,
pintó «Els contrabandistes». «Éste fue su único viaje a las Islas y
los paisajes que pintó fueron los últimos de su Mediterráneo». Un
año después, Sorolla sufría un derrame cerebral.
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