Jornadas como las de Sant Jordi acercan el libro al lector, pero no aseguran que termine adquiriéndose.

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La semana pasada, Salamanca acogió el II Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas. Allí, Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, aseguró que España es la cuarta potencia editorial del mundo pero que un cincuenta por ciento de su población no es lectora, un déficit endémico que se repite desde tiempos inmemorables. Una encuesta realizada por este periódico a escritores, libreros y editores de Mallorca intenta ofrecer una panorámica de cuál es la situación que vive Balears. El resultado: igual de desalentadora.

«A nivel estatal se editan muchos libros porque muchos se destinan, también, al mercado latinoamericano», afirmó Gracià Sánchez, de El Gall Editors. Para Sánchez, «Balears tiene un incremento constante en lo que se refiere a publicación de obra nueva» que se encuentra con «un número de lectores que no crece». ¿Cómo afrontar esta situación? «Invirtiendo en campañas de promoción, en dotar mejor a las bibliotecas o reduciendo el IVA de los libros para que en el futuro nos acerquemos a la media europea».

Para Antònia Perelló, de Documenta Balear, la solución pasaría por «desestacionalizar las campañas a favor del fomento de la lectura». El hecho de vivir en «una sociedad de consumo rápido» donde «la televisión reina», hace que «leer implique un esfuerzo». «Estamos en una época donde la comodidad prima ante todo». Perelló también apuntó un dato significativo respecto al hecho del exceso de libros: «Hay obras que siempre tienen lectores como, por ejemplo, los libros de recetas de cocina. Otros, sin embargo, son difíciles de vender», lo que hace que «se queden en las tiendas, aparcados» y a los que «habría que encontrar una salida».