Si el viernes el protagonista fue la lluvia y el viento, los
1.500 asistentes a la jornada del sábado del Festival Indirama
tuvieron que aguantar un frío de rigor. Esta vez sí se pudieron
realizar todos los conciertos, excepto el que tenía a Christina
Rosenvinge como protagonista: la cantante decidió retirarse del
escenario en medio de la prueba de sonido y cancelar su actuación.
Así que los primeros en aparecer en el escenario grande fueron los
barcelonautas Sidonie. El paso al castellano no les ha cambiado.
Tampoco les ha mejorado, así que siguen siendo la misma banda
entretenida pero sin mucha inspiración. Algo que le sobra a Kiko
Veneno que repasó buena parte de sus éxitos en la escasa hora de
concierto. No ha perdido fuelle y sigue transmitiendo una energía y
pasión capaces de aguantar el tipo por sí solas. Si además uno
compone temas como los suyos, el resto es coser y cantar.
Los Planetas por su parte, estuvieron a la altura de su nombre.
Esta vez ya habían avisado que venían con ganas, que llevaban una
temporada sin actuar. A estas alturas ya tienen un cancionero
difícil de superar y de rebatir y ni siquiera tienen que comerse
mucho la cabeza para completar un set imparable. Fueron la banda
que más expectación creó y la que probablemente más público
arrastró hasta Son Rossinyol. También Lori Meyers tienen donde
escoger, su dos discos están llenos a rebosar de melodías soleadas
y ese aire algo retro que te hace recordar a Los Brincos. Ellos
protagonizaron algunos de los mejores momentos sobre el escenario
grande, momentos antes de que Miqui Puig se pusiera tras los
platos. Como siempre, combinó clásicos y temas actuales en una
sesión inteligente y con buen gusto.
En la carpa los primeros en actuar fueron The Cuts, que
mostraron buenas maneras y un sonido muy en la línea del revival
post-punk británico. Tarik y La Fábrica de Colores, el proyecto del
cordobés Àlvaro Muñoz, presentó los temas de su nuevo disco tras
ocho años de espera, para el que ha contado con la colaboración de
miembros de Los Planetas y Limousine. Por allí en medio se coló el
mini concierto de Amarillo, que no pudieron actuar el viernes.
Tocaron pocos temas pero dejaron buen sabor de boca. A pesar del
cambio en la formación siguen siendo una banda que apuesta más por
la frescura y las buenas melodías que por una ejecución técnica.
Uno de los mejores momentos de la noche en la carpa llegó de la
mano de Nosoträsh. Sus tres últimos discos están repletos de
grandes canciones, pequeñas elegías pop que consiguieron darle algo
de la calidez a la noche y que el frío no picara tanto.
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