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LAURA MOYÀ

Para Miquel Àngel Lladó, su nuevo libro, «Poemes de la piscina», es «una crónica de un hecho cotidiano» que nace del «amor paternal». «Suelo acompañar a mi hijo, que tiene una discapacidad, a la piscina. Esa vida diaria me sirvió como inspiración para extrapolar el aislamiento que vive mi hijo con el aislamiento que se da en un lugar artificial». El resultado, «un microcosmos que conforma un universo paralelo».

El poemario se divide en tres bloques. El primero, «Tria blava», describe «el recinto» concebido como un lugar en el que se busca «la purificación». «Se consigue una catarsis ya que se sale mejor de lo que se entró». El segundo, «Suite en vuit temps», recoge los ocho carriles de una piscina y los destina a explicar «ocho perfiles humanos» donde intenta «imaginar la vida de otras personas». Unas personas «reales» o «una mezcla de intuiciones». Por último, el tercer bloque, «L'hora nostra», se centra en la experiencia de su hijo. «Observo cómo se sumerge, cómo cambia su actitud, cómo conecta con su entorno».

En esta ocasión, el poeta ha huido de «los aspectos más descriptivos» para «sugerir con pocas palabras». «He usado un lenguaje llano que describe los elementos de forma casi fotográfica». Sus versos siguen bebiendo de «las emociones», como siempre, ya que «la poesía es una excelente vehículo para expresar los sentimientos».