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Can Bordils acogió ayer por la noche una conferencia que buscaba recordar la figura de Camilo José Cela. Sus amigos mallorquines quisieron recuperar, a base de anécdotas, la vida del Nobel en la Isla, una vida que, según todos, cambió cuando abandonó Palma.

Enmarcada en torno a la exposición La revista de Cela: 'Papeles de Son Armadans' en el record, la charla empezó con la intervención de Pilar Casasnovas, quien destacó la «enorme capacidad de inventiva de Cela». «Era un hombre muy cariñoso con sus amigos, de una gran delicadeza y bondad. Camilo era una mitad y, la otra, era Charo, sin ella no era nada», dijo Casasnovas en referencia a la primera esposa del escritor. Curri de la Paz también recordó las veladas en el jardín de su casa de La Bonanova con la pareja. «Los tengo en el corazón. Eran un matrimonio que se complementaba». De la Paz rememoró cuando, tras la muerte de su hijo pequeño, Cela le envió el primer pésame que recibió. «Le quería mucho».

Mabel Dodero, secretaria personal del autor de La familia de Pascual Duarte, destacó su primer encuentro con el Nobel. «Estaba esquelético. Lo que más recuerdo de aquella época es lo divertido que era trabajar con él y, sobre todo, la realización de cada ejemplar de los Papeles de Son Armadans, también muy entretenida. Era todo ternura y cariño, aunque también tenía su mal genio». Por último, el doctor Eduard Jordà quiso destacar el carácter reservado de Charo Conde. «Casi nunca hablaba, pero, cuando lo hacía, dejaba constancia de su gran sabiduría». Respecto a Cela, aseguró que «era el mejor fabulador del mundo, lo que contaba se lo creía, aunque tenía que estar en un ambiente agradable para soltarse». «Considero un honor que me permitiera peregrinar por su vida».