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MARTA MEDRANO

De origen italiano, pero afincado en Mallorca, Andrés Minocci se hizo popular como pintor en la primera mitad del siglo XX. Entonces se le conocía como 'el mago de las flores' por su afición a pintar claveles, lirios, margaritas, rosas y todo tipo de flores rodeadas, en muchas ocasiones por cerezas, una de sus frutas favoritas. El próximo jueves 28, la sala de exposiciones Sa Carnisseria de Búger abre la primera retrospectiva de su obra. Si todo va bien los organizadores harán otra muestra en Palma.

Ahora, Carlos Arturo Cerdà de Anta, -que fue vecino de Minocci-, ha recopilado cuadros, acuarelas, recortes de periódico de la época y fotografías del artista. «Minocci murió pobre y sin familia y era muy amigo de mi padre. Al margen de la obra que acumulamos entonces, desde hace 15 años intento recuperar acuarelas, óleos y material disperso que encuentro en galerías o rastros de Mallorca. Ahora me he decidido a exponer públicamente todo lo que tengo con motivo de las fiestas de Sant Pere de Búger», explica Carlos Arturo.

Los cuadros que este aficionado ha logrado recopilar son un ejemplo de la diversidad de Minocci, que fue un hombre polifacético. Pintó desde una serie denominada Via Crucis, hasta retratos de amigos caricaturistas o de una vecina a la que odiaba. Minocci fue también un artista del grabado y pintó el paisaje mallorquín siguiendo técnicas utilizadas por su admirado Goya, a quién también retrató.

Además de pintor, este artista de principios de siglo intentó ser torero y actuó en diferentes capeas y novilladas celebradas en la Península. Su vida no fue fácil y murió el mismo día que su amigo y también pintor Dionís Bennassar.

A diferencia del artista mallorquín, Minocci fue enterrado en una fosa común. «Minocci es muy bueno, tanto como Bennassar, pero el problema es que falleció sin descendientes y que hasta ahora nadie se ha encargado de promocionarle. Creo que con esta exposición voy a conseguirlo», dice Carlos Arturo, que asegura que en muchos hogares mallorquines hay cuadros suyos. Minocci, por lo visto, recibió en vida el reconocimiento de sus compañeros de profesión. En 1911 incluso recibió el premio Nacional del Ministerio de Bellas Artes.