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CARLES DOMÈNEC La compañía Ballet Flamenco Sara Baras estrenó el domingo Carmen en el Gran Teatre de Liceu, una versión inédita y libre de la coreógrafa y bailarina gaditana con música del mallorquín Joan Valent. La representación supuso la inauguración de la temporada del teatro barcelonés.

El estreno mundial de Sara Baras desveló un montaje que pondera por encima de todo el baile. El argumento de Carmen, la novela escrita por Prosper Mérimée en 1846, se prioriza a la baja a favor de la danza. El papel de Don José, interpretado por Luís Ortega, parece igualarse en importancia al del torero, bailado por José Serrano, a diferencia de otras versiones como la de Georges Bizet o la Carmen, de Antonio Gades. «Todas somos Carmen», reivindicaba la bailarina días antes del estreno, dando a entender que la suya era una versión contemporánea. El talento de Baras brilló en cada intervención.

La trama empezó con el escenario en penumbra y una sucesión de puertas que se abrían y cerraban al compás de un taconeo en grupo. La pared con los portones se acabó levantando como si fuera un telón y el espectador descubría las piernas, hasta la altura de la rodilla, de todos los bailarines. El rugir del tablao resonaba en el Liceu. La luz parecía bailar como si de otro personaje se tratara. Así, Sara Baras declaró sus intenciones, hasta que ella misma aparecía y, poco a poco, se comió cada rincón del escenario, con una Carmen que es seducción, es rojo y flamenco. En la obra se incluyó la gracia con elegancia, los giros y las coqueterías, los juegos con las gasas de los vestidos de la diseñadora Sybilla, y el porte de faraona. Al final de cada uno de los 16 tiempos parecía que no había fuerza para más, porque el derroche físico y estético de Baras, los otros bailarines y los ocho músicos que la acompañaban, era extremo. Entonces aparecía la agradable sorpresa de la música de Joan Valent, encauzando todo de nuevo, ofreciendo un refugio espiritual a tantas sensaciones bailadas. Valent, en Carmen, suena en los primeros compases a Bizet, pero pronto se acerca a Manuel de Falla y Enrique Granados, con un deje de banda sonora de película de Wong Kar Wai, con la maestría incalculable del violinista Ara Malikian, y el apoyo de Paco de Lucía. Cada intervención de Valent, que dirigió a la Orquesta de la Academia del Gran Teatre de Liceu, pareció domar a la bestia, que también era la bella y bailarina, y volver al redil sinfónico. Sara Baras estaba orgullosa de llevar el flamenco a un templo de la ópera como el Liceu. A nadie que haya visto esta Carmen le extrañará recordar porque la gaditana hace enloquecer al público nipón y francés, y no dudará de lo bien que encaja el sonido sinfónico del mallorquín con cualquier propuesta de buen gusto. La anécdota llegó tras los bises de la compañía y con parte del público asistente aplaudiendo de pie. Sara Baras reclamó a Joan Valent para rendirle honores y forzarle a bailar en público en el Liceu unos segundos, a ritmo de flamenco. La madre y maestra de Sara Baras también se unió al sarao.