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J.CLIMENT CaixaForum (Plaza de Weyler 3) inauguró ayer la exposición Chillida 1980-2000, un homenaje al artista donostiarra compuesto de un total de 58 obras realizadas durante su etapa de madurez, una de las más prolíficas y creativas. La exposición, organizada conjuntamente con el Museo Chillida-Leku, se prolongará hasta el 24 de febrero de 2008.

Las piezas seleccionadas muestran la variedad, riqueza y calidad del creador, recogiendo un amplio espectro de su producción: desde esculturas para espacios públicos, con proyectos y maquetas, hasta sus gravitaciones de los años ochenta, que reinventan las posibilidades escultóricas del papel, sustituyendo la cola por cosidos.

Tampoco faltan sus esculturas de terracota, acero y alabastro en una exposición organizada desde la sensibilidad y conocimiento de Ignacio Chillida, hijo del artista y comisario de la muestra, quien explicó que «la muestra se compone de tres partes: la obra pública, por el interés que Chillida tenía en que su obra no fuera de uno sólo sino de todos; las gravitaciones, que eran su divertimento; y las tierras».

Para Ignacio Chillida el periodo abarcado en la muestra, «no es ni mejor ni peor, pero sí muy representativo» de su trabajo. En cualquier caso, añadió que «en general, toda la obra es buenísima, así que lo tengo muy fácil» a la hora de seleccionar el material para la muestra.

Ignacio Chillida destacó, sobre la personalidad de su padre, que era como un «salmón, que nada a contra corriente. Porque las cosas fáciles no le gustaban en absoluto». Actitud que también coincidió en señalar la viuda del artista, Pilar Belzunce. «Chillida se ponía dificultades a sí mismo porque le gustaba superarse», puntualizó.