El director mallorquín Josep Pere Peyró posa en Barcelona. Foto: CARLES DOMÈNEC

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CARLES DOMÈNEC l BARCELONA

El dramaturgo Josep Pere Peyró ha estrenado desde el año 2004 tres obras de teatro, que conforman una trilogía africana con la inmigración como temática central: Les portes del cel (2004), El cel és massa baix (2006) y La tanca (2007). Dos de ellas, se podrán ver en Mallorca la próxima semana. Los días 10 y 11 de enero, Peyró escenificará El cel és massa baix, en Pollença, único de los tres textos del que no es autor y que, escrito por Ahmed Ghazali, se representará el día 13 en el Teatre Principal de Palma. Por su parte, los días 12 y 13 La tanca llegará a Ses Voltes en Palma.

«Les portes del cel (premio de la Crítica Serra d'Or 2005) trata de la inmigración clandestina mientras que El cel és massa baix habla de la violencia de una sociedad que la relaciona con el terrorismo islámico», comentó Peyró.

En La tanca, estrenada en el pasado festival de Teatre de Tàrrega, «se explica cómo la inmigración provoca que algunos se enriquezcan, tanto en el lado de los pobres con las mafias africanas como en la otra parte con las multinacionales», a través de la historia de una senegalesa embarazada que desea ver nacer a su hijo en Europa.

Para el autor, «la televisión y el teatro tienen la limitación de la gran distancia que crean entre lo que emiten y el espectador porque necesitan un elemento artificial como una pantalla o un proyector». Peyró aclaró que «nuestro teatro intenta recortar esa distancia para que el espectador, más que ser un observador con un punto de vista intelectual, pase a tener una mirada completa e intelectual, pero también emocional». El mallorquín manifestó que «el teatro busca introducir al espectador dentro de una mentira que puede percibir como realidad», y añadió que «por eso metemos a 24 personas dentro de un contenedor o a 15 espectadores en un avión».

En Les portes del cel Peyró estuvo trabajando con una compañía de Casablanca (Marruecos) durante un mes y tuvo como público a algunas personas que conocían bien el drama que la obra narra, como alguna madre de clandestinos fallecidos durante la huída de su país. Cada representación introduce a 24 personas dentro de un contenedor para que el espectador entienda la sensación del inmigrante. «Se creó una cierta catarsis con el público al ver que un europeo trataba un tema del que no podían hablar pero que conocían bien y puso fin a algunos fantasmas». La Asociación de Familiares de las Víctimas de Inmigración Clandestina invitó al director quien propuso una obra que «combinaba la capacidad de la poesía para ayudar a pasar el duelo con la catarsis teatral de un espacio común, un contenedor emocional y un espacio de debate».