La sentencia fue categórica: veinte años de trabajos forzosos. Así empieza La batalla de Walter Stamm, la novela ganadora del 40 Premi Josep Pla del mallorquín Melcior Comes, quien colabora con Ultima Hora y Diari de Balears. En 200 páginas, que llegarán a las librerías dentro de un mes, Comes retrata el mal y reflexiona sobre las circunstancias de la persona y sus consecuencias.
-¿Cuál es el argumento de La batalla de Walter Stamm?
-Stamm es un estudiante de Filosofía y Letras en Berlín que se encuentra trabajando para la SS y sin saberlo distribuye información del Tercer Reich. Un tribunal militar lo condena a 20 años de trabajos forzados. Pasará por los campos de concentración y después luchará contra los rusos en la batalla de Estalingrado.
-Y termina en Mallorca.
-Al final de su vida Stamm acaba en Mallorca a través del trabajo en la rama hotelera. Tiene más de 90 años. La novela empieza en agosto de 1942 y acaba en la actualidad.
-¿Por qué ambienta la historia en la Segunda Guerra Mundial?
Me ha interesado la capacidad humana de hacer el mal centrada en dos grandes acontecimientos de la historia del siglo XX: el holocausto y la batalla de Estalingrado. Somos todo aquello que pasó, no se trata de cosas del pasado. Buscamos metáforas lejanas para hablar con una nueva mirada sobre algún aspecto del presente.
-El personaje de Stamm es a la vez víctima y verdugo.
-Es una víctima que la historia coloca en la tesitura de empuñar armas para sobrevivir. Reflexiono sobre el mal y la supervivencia en cualquier circunstancia.
-Lo más trágico es que no es una persona mala.
-Es un universitario culto que traduce del francés y que vive una historia de amor con su pareja. Representa lo mejor de la cultura. De repente, ha de cometer barbaridades para sobrevivir. Pasará dos años en un batallón disciplinario donde envían a los condenados. Narro la cotidianidad de las guerras y de los campos de trabajo.
-¿Qué tono tiene la novela; es pesimista?
-No me atrevo a decir que sea optimista o pesimista. Es una novela trepidante en la que prevalece la perplejidad. Es una obra de tonos grises y negros, sin adornos. Hay temas en los que no se permiten ciertas frivolidades. Acaba con una interrogación y una premonición tal vez trágica sobre el siglo XXI. La manera más sencilla para que no se repita sería condenar esta historia al pasado.
-Usted tiene fama de implicarse mucho en la escritura de sus novelas, de escribir de forma casi obsesiva. ¿Ha sido así en este libro?
-Me he enfermado con el personaje para entrar a fondo hasta la piel de Walter Stamm. Lo he pasado mal. Si quieres dar la sensación de verdad literaria, te lo has de creer primero tú mismo. Hay que implicarse.
-¿Será así de duro para el lector?
-Creo que no. El lector debería ver una cierta esperanza. En la novela intento poner sobre la mesa que una guerra es algo más complicado que lo que explican las películas. Me interesa la guerra desde un punto de vista biológico o genético.
-Está traduciendo a clásicos como Honoré de Balzac y Victor Hugo. ¿Le ha influido en algo en la novela?
-He aprendido nuevas temáticas narrativas con Balzac y Hugo. Traducir es aprender, como ir a una clase.
-¿Qué representa para usted Baltasar Porcel, uno de los miembros del jurado?
-Nos tenemos que dejar influir por los mejores y Baltasar Porcel es uno de los mejores novelistas vivos del mundo. Es mejor que los mejores.
-¿Y qué supone ganar un galardón con el nombre de Josep Pla?
-Pla interiorizó todo el marco mediterráneo. Josep Pla significa a la vez Mallorca, Barcelona, Valencia y Catalunya. La mejor noticia, a nivel cultural del premio, es que se presenten originales procedentes de todos los territorios de habla catalana.
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