Atril, sagrario y altar diseñados por Ruggeri para la Cepella del Santíssim que nunca se hicieron.

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MARIANA DÍAZ

Costantino Ruggeri, (1895 - 2007) fue un artista italiano a la manera del renacimiento: muralista, escultor, vitralero, arquitecto, su obra, como ya ha publicado Ultima Hora, entrará en la Seu mediante los tres vitrales de la Capella de la Santíssima Trinitat, cuyo diseño creó antes de morir, y que sustituirán a los existentes. Figura de renombre internacional en el campo de la arquitectura sacra, Ruggeri entiende la luz como el concepto plástico de todas sus experiencias artísticas y a los vitrales como el mecanismo alrededor del que se organiza la arquitectura. Ruggeri diseñó en los años ochenta una intervención para la Capella del Santíssim de la Catedral, que entonces no cuajó, espacio que, finalmente, remodeló Miquel Barceló.

La profesora de la Universitat de les Illes Mercè Gambús, historiadora del arte, que lidera el Grupo de Conservación del Patrimonio Artístico Religioso y forma parte de la Comisión Diocesana de Patrimonio, lleva meses estudiando a fondo la trayectoria de Ruggeri, monje franciscano que había nacido en la región de Brescia (Italia), cuya obra se «vincula con el movimiento internacional de arquitectura y colaboró con arquitectos tan conocidos como Le Courbousier, Tadao Ando, Àlvaro Siza o Richard Meier». Los tres últimos obtuvieron el premio internacional de arquitectura Frater Sole, creado por el propio Ruggeri.

Según Gambús, éste artista entiende la arquitectura «al servicio de la luz y recupera la tradición gótica que, desde el abad Suger, en la abadía francesa de Sant Denis, concreta el programa de la luz en la catedral gótica, que sigue vigente». Además, «continúa la tradición de los vitrales de Matisse, Chagall, Rouault, Leger e, incluso, de Frank Lloyd Wrigth».

Tres ejemplos de su trabajo de arquitectura sacra son San Francisco Javier, en Yamaguchi (Japón), de 1997, la iglesia de los Santos Apóstoles de Alejandría y el Santuario del Divino Amor de Roma, «lugar de culto de los arquitectos contemporáneos». En Mallorca proyectó una iglesia en Can Picafort, en clave contemporánea, que no llegó a construirse.

En cuanto a los vitrales de la Capella de la Santíssima Trinitat, -situados a la cabecera del templo, el lugar más importante del mismo-, los más antiguos, los originales, de 1329, que se perdieron, se atribuyen a Mateo Giovanni, de Siena. Los actuales, que se retirarán y se colocarán en otro lugar, son de 1889 y fueron hechos en la catalana Casa Amigó.