El montaje se estrenó en 2007 en el Teatre Xesc Forteza. Foto: J. A. GINARD

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CELIA HEREDIA

Onirismo en las historias que se narran a través de la música, el gesto o el movimiento. Así es Club Zazou, el montaje creado por la compañía de teatro y danza Diverso Alaria, en el que se narran doce historias al más puro estilo vodevil.

«Una fiesta que comienza por el final y termina por el principio y en la que el protagonista es un capo de la mafia y los invitados son gánsters», así describe Andrés Ojeda, uno de los intérpretes, el leitmotiv de este espectáculo que se presentará mañana y pasado, a las 20.00 horas, en el Teatro de la Universitat de Valencia.

Cómo representar sin palabras un asesinato, la melancolía, la seducción o el deseo. Para Guillem Sanz, director y coreógrafo de la compañía, no es fácil, pero su experiencia le ha hecho saber aprovechar el carisma de cada actor y tener muy clara la idea de la juventud entendida como club social. «El espectáculo es dadaísta», señaló y es el resultado de un conjunto de escenas «que recuerdan al suceso periodístico y en las que cada movimiento comunica algo más profundo», explicó.

«Con este montaje quise hacer un homenaje a las jam sessions que montaban los músicos de este género tras sus actuaciones», explicó Sanz. De ahí el título de la obra, ya que fue el genio del jazz Cab Calloway quien popularizó el término 'zazou', que también servía para designar un movimiento revolucionario en Francia compuesto por jóvenes libertarios.

Serán Andrés Ojeda, Luis y Marc Morueco, Nacho Lambertini y las bailarinas Susana Morant y Natalia Dorado los encargados de dar forma a «doce cuadros visuales con un hilo metafórico, que es la música de grandes del jazz como Calloway o Kurt Weill, entre otros», explicó Sanz.

En este montaje, que se estrenó en 2007 en el Xesc Forteza, la parte gestual y la música, pondrán el ritmo a «un collage artístico» en el que la composición pictórica, fotográfica, teatral, escenográfica, musical o literaria se crea mediante el «animal escénico» que guarda cada uno de los actores, y donde «la sorpresa es lo más importante».

La lógica no tiene cabida en este espectáculo «por eso el espectador no tendrá nada que entender, lo que pretendo es que la gente disfrute frente a lo que está viendo», señaló Sanz, quien desde 1999 ha subido sobre los escenarios mallorquines ocho espectáculos y ahora ya está preparando uno nuevo, Casino de la Selva.