Las hermanas Casady, durante su actuación en el Teatre de Artà el sábado por la noche. Foto: SANDRA ALMAZÁN

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JOAN CABOT «Construimos las canciones en torno a las emociones», comentaba Sierra Casady durante la rueda de prensa previa a su concierto. Quizás eso explique por qué un grupo, cuya música parece tan personal, consigue llegar a tanta gente.

CocoRosie pusieron el pasado sábado el broche final al festival de artes escénicas Cool Days, celebrado a lo largo de este mes en Artà y lo hicieron colgando el cartel de «no hay entradas» y ofreciendo un recital soberbio en el que sacaron a pasear toda la emoción de sus canciones, justificando la expectación de un público que se entregó desde el primer momento a su actuación.

CocoRosie, el grupo formado por las hermanas Bianca y Sierra Casady, parten siempre del juego rítmico, del que dan sus percusiones programadas, muy discretas, y el trabajo de la human beatbox que las acompaña. Literalmente, un tipo haciendo todas las secciones rítmicas con la boca y que se convirtió en el otro protagonista del concierto.

Con Bianca alternando instrumentos y ambas hermanas entrelazando sus divergentes pero perfectamente complementadas voces, CocoRosie consiguen construir un madrigal barroco en el que se despliega un peculiar universo que tiene mucho de infancia perdida, rencores secretos y preguntas sin respuesta.

Espectáculo
Por una vez, las proyecciones estaban completamente justificadas y acompañaban cada una de las canciones ampliando su efecto y definiendo el territorio en el que se desarrollaba la escena, sin ahuyentar esa sensación extraña que siempre sobrevuela la música de las hermanas Casady, quienes no temen afearse para embellecerse.

Sí, su música es barroca, pero hace más accesibles sus emociones y que todo parta de esa suerte de fórmula instintiva mediante la que se mezcla el enrevesado tono operístico de Sierra con la cálida urgencia pop de Bianca es precisamente uno de los secretos del conjunto.

El público estaba convencido antes de que comenzara el concierto, lo estaba aún más cuando terminó y las hermanas y sus acompañantes salieron a ofrecer dos vises.

Antes había ofrecido un pequeño aperitivo musical Quinn Walker, uno de los músicos vinculados al sello creado por el propio grupo, aunque ya hacía horas que el festival había empezado su última jornada.

En la carpa exterior había tenido lugar la performance de Sienta la cabeza, una divertida propuesta en la que, a la vez que un DJ iba ambientando, dos peluqueras creaban imposibles peinados entre las víctimas voluntarias. Peinados que luego, una vez sentados en las butacas, crearían más de un pequeño disgusto. Las melenas cubistas entorpecen.

Exitosa edición
Fue la manera que tuvieron los responsables del festival de celebrar el éxito de la nueva edición del Cool Days, un evento que parece haberse consolidado como una alternativa interesante en la comarca, demostrando que con buenas ideas todo es posible. «Nuestra intención es mantenernos en la misma línea, ofrecer espectáculos más íntimos e independientes que no están pensados para grandes escenarios», explicó Joan Matamales, director del festival.

El Teatre de Artà es uno de los pocos que verdaderamente ha conseguido convertirse en un espacio abierto para la vida cultural de la localidad programando actividades todo el año que van del cine a conciertos como el del sábado. Así, hay que ver el éxito como la recompensa al trabajo de años y no como un golpe de suerte.