El pianista Michel Camilo, junto a Charles Flores (contrabajista) y Dafnis Prieto (baterista), en Pollença.Numeroso público asistió al concierto en el Claustre de Sant Domingo.

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FERRAN PEREYRA

Aunque sin la extrema densidad ni los apretujones de la anterior semana con la visita de Roger Hodgson, el Festival de Pollença ha visto de nuevo como el Claustre de Sant Domingo mostraba su mejor imagen para recibir a una de las mayores excelencias del jazz latino de la actualidad. Y es que el pianista Michel Camilo rubricó otra jornada de órdago, ratificando lo bien que le sientan estas directrices aperturistas a un programa que sigue vertebrándose sobre la música clásica.

Con el concierto del sábado, el dominicano concluía su actual gira europea de presentación de su trabajo más reciente Spirit Of The Moment. Uno de esos conciertos que siempre presentan un atractivo especial, cabe echarle todo el resto porque luego, al menos de momento, ya no hay más.

Y vaya si se le echó. Camilo vertió toda su intensidad y pasión en una velada soberbia. Y lo fue, gracias también al contrabajista Charles Flores, son ya muchos años los que le unen al dominicano, y especialmente al baterista Dafnis Prieto, que lleva unos tres años secundándole y con el que demuestra haber encontrado una química especial que acentúa, aún más si cabe, la forma tan percusiva de tocar el piano.

De las manos de Michel Camilo brota una latinidad superlativa, siempre son guiños a los clásicos, a Lecuona, Simons y compañía, que introduce en la negritud del jazz. Arranca en lo popular para desplegar un discurso intenso, vitalista y tupido, con una energía imposible.

Su técnica es sorprendente, sus dedos de una agilidad y precisión inusual, capaz de lanzarse a la nota precisa desde gran altura troquelando la guinda del fraseo. Pero de la misma manera que parece arrancarle al instrumento sus entrañas, permite que sea éste el que hable desde la sensibilidad y sutileza interior. Ver tocar a Camilo es todo un espectáculo, oír su música un auténtico deleite.

Si bien es cierto que el trío muestra una solidez y una compenetración sin aristas y que funciona con precisión de relojería, las complicidades entre piano y batería marcaron un tono muy especial en la velada.

Sin duda, Dafnis y Camilo son tal para cual, originalidad, creatividad, robustez y desenfreno absolutamente controlado. Se combinaron perfectamente, llegando a la cúspide de un fibroso A Night In Tunisia, como momento estelar de un repertorio en el que tampoco faltó ese recuerdo a Shorter, Davis o Ellington, aunque el que sí quedó fuera de los noventa minutos fue el Giant Steps, de Coltrane.

En fin, una velada sublime de jazz, mucho carácter popular y, sobre todo, repleta de latinidad.

MICHEL CAMILO TRÍO. Festival de Pollença. Claustre de Sant Domingo, 19 de julio de 2008.