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NICO BRUTTI El Barrio demostró anteanoche que donde pisa arma una fiesta. Las más de siete mil almas que se acercaron hasta el Palma Arena para ver y escuchar al 'Selu', pueden dar constancia de ello. Fue un concierto de ida y vuelta. Desde el escenario -convertido musicalmente en un tablao flamenco- hacia el público y viceversa.

El clima se palpaba desde antes de las diez, hora en que comenzó el show. Muchísima gente ataviada con camiseta o sombrero al estilo 'Selu'; fotos entre amigos, encuentro de 'barrieros' y muchas ganas de divertirse. Con una puesta en escena sorprendente, con doce artistas sobre el escenario, El Barrio arrasó con un set de más de dos horas con sabor auténticamente flamenco. Vientos de otras tierras, La voz del silencio, Pa Madrid o Amor de géminis fueron la excusa para que todo el Arena saltara, bailara, cantara y se divirtiera como pocas veces se ha visto aquí.

Mezclando clásicos de la más genuina tradición flamenca con ese aire rocanrolero, que tan bien sienta y potencia la fuerza de las composiciones, el gaditano recitó, se puso sentimental, serio, grave; pero, sobre todo, verbenero. Un júbilo contagioso que eclosionó en el final con Orgullo, himno al lugar de pertenencia.

Con una simpleza envidiable, con un cancionero popular, pero no populachero, y acompañado exquisitamente por una legión de artistas -esos de verdad-, el 'Selu' realizó en hechos, sus propias palabras: «Mallorca es 'barriera' de alma, de corazón y de sentimiento».

Queda todo dicho.