La cantante y pianista deleitó al público con parte de su último disco recopilatorio. Foto: MIQUEL ÀNGEL BORRÁS

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JONAS CLIMENT

La cantante y pianista de jazz Diana Krall ofreció ayer uno de los conciertos más esperados del verano en el Palma Arena. La cita congregó a unos 3.500 seguidores que no quisieron perderse la primera actuación en la Isla de la célebre canadiense, en un evento coproducido por el Jazz Voyeur Festival y Noches Mediterráneas.

Con elegancia, carisma y sensualidad, la estrella blanca del jazz desfiló por el escenario arropada por su habitual y excelente banda: Jeff Hamilton, en la batería; Anthony Wilson, a la guitarra, y Robert Hurst, al contrabajo. Krall se presentó ante el público derrochando esa elegancia que la eleva hasta el rango de dama del jazz. La compositora exhibió su magia al piano desde el primer tema y vistió sus canciones con su suave, hermosa y expresiva voz, que tan bien sabe modular como si se tratase de un instrumento más.

El repertorio del concierto giró entorno a su último disco recopilatorio, The Very Best of Diana Krall, que la intérprete acometió desde su reconocida capacidad para improvisar y sorprender dando nuevas vueltas de tuerca a sus canciones propias y versiones de grandes clásicos. Y es que la cantante se ha convertido en una de las mejores intérpretes de los estándares del jazz al versionar a referentes como George e Ira Gershwin, Cole Porter, Irving Berlin, Rodger y Hart, Van Heusen y Cahn, y Bacharach y David. Pero también hubo ocasión para recuperar temas de su The look of love.

En mitad de la actuación la canadiense se dirigió al público. «Estoy encantada de estar en esta preciosa, preciosa, preciosa Isla y me encantaría volver para pasar una semana aquí», afirmó.

El concierto se desarrolló sobre un escenario casi desnudo de 300 metros cuadros sobre el que se colocó en el centro un piano de cola de Mallorca, el único elemento autóctono de un espectáculo para el que se trajo todo de fuera: el escenario, el equipo y hasta los técnicos de la cantante, que se encargaron de garantizar las mejores condiciones de luz y sonido.

Escenografía sencilla adoranda tan sólo con dos grandes pantallas por las que la realización de una forma muy cuidada mostró detalles del concierto y regalaba al público primeros planos de los protagonistas de cada uno de los solos.