Bartomeu Marí.

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CARLES DOMÈNEC BARCELONA

Más cercano de lo que se esperaría por su cargo, Bartomeu Marí (Eivissa, 1966) hace balance de su experiencia como director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA), después de cuatro años como conservador jefe del mismo museo. Marí había sido antes comisario de exposiciones en la Fondation pour l'Architecture de Bruselas, conservador del IVAM de Valencia, director del Witte de With Center for Contemporary Art de Rotterdam y comisario de la Bienal de Taipei (Taiwán). El MACBA, con 70 personas en plantilla, asume la mayoría de producciones que presenta, de las que Marí es el responsable.

-Llegó a la dirección del MACBA por concurso público. ¿Cuál fue la propuesta con la que ganó?

-Una idea fundamental era la centralidad del arte en el museo que trabaja para la sociedad pero con los artistas. La segunda cosa era incidir en la idea de que el museo permita una lectura de lo que significa el paso del siglo XX al XXI. En tercer lugar, acercar la colección y el programa de exposiciones al presente. Y a partir de aquí, un espíritu de riesgo. El objetivo del museo no es hablar sólo de las novedades o de las convenciones. Nos interesa establecer un vínculo entre los avances del presente y las tradiciones artísticas relevantes.

-¿Su visión procede de una corriente museística centroeuropea?

-No. Probablemente es un modelo que va contracorriente y responde a la tradición del MACBA. Es importante continuar una línea exigente en la calidad, pero con un espíritu de riesgo más acentuado.

-Usted dice que se debe ir del arte a las ideas.

-Soy empirista. Obtengo ideas paralelas, a veces complementarias, a las de los artistas. Todo comienza con la experiencia física del arte, con estas máquinas de placer y conocimiento que son las exposiciones. Nada sustituirá al encuentro de la conciencia y los sentidos de un espectador con las calidades materiales de obras de arte a partir de las que se producirán ideas. Esta posición es contraria a pensar que hay saber de arte antes de enfrentarse a las obras. La información es buena, pero no debe condicionar. El arte te cambia porque no te deja indiferente.

-¿Qué debe tener la exposición perfecta?

-Ha de ser honesta con la intención del artista. Hay que entender bien el funcionamiento de una obra para replantear su capacidad de comunicar a través del tiempo. Acabo de instalar obras de los 60 y las circunstancias actuales son diferentes a las del autor cuando las creó. Aquí entran las decisiones de los comisarios. Hay obras que sólo se pueden presentar de una manera y otras que se han de interpretar.

-¿Tiene el MACBA alguna relación con Es Baluard?

-Tenemos una relación de amistad con las personas que dirigen la entidad pero no hay un vínculo institucional.

-¿Cuál es su opinión sobre Es Baluard?

-Es un museo que supone una inversión muy importante en la normalización y la creación de una cultura del arte en Mallorca. Desde sus inicios le ha costado encontrar una identidad propia y es poco conocido fuera, algo muy propio de la cultura de las Islas. Es Baluard tiene retos apasionantes en la misión de crear una cultura del arte contemporáneo.

-¿Y cómo ve la afluencia de museos contemporáneos privados en Mallorca?

-Es importante que el sector privado participe en el impulso de la cultura contemporánea, que lo privado se convierta en público y que los criterios de presentación de estos museos tengan en cuenta el espíritu critico y de calidad que los museos de titularidad pública tratan de aplicar. En Barcelona, una red de entidades públicas y privadas ha creado un ecosistema.

-¿Qué piensa del arte subvencionado?

-Los museos sin subvencionar no pueden desarrollar su tarea educativa, científica y cultural. Se convertirían en máquinas de crear acontecimientos, más interesadas en el número de gente que pasa por taquilla. El sistema actual europeo nos obliga a depender de las entidades públicas.

-¿Y de los artistas subvencionados?

-Lo importante es la calidad del trabajo. He trabajado durante muchos años en Holanda donde se subvenciona generosamente a los artistas y no garantiza la calidad del trabajo. No digo que el sistema español sea bueno, en manos de la caridad privada y con ayudas prácticamente inexistentes. La cuestión es cómo verificar la calidad desde el sistema público. Es muy importante el entramado cultural formado por críticos, conservadores, comisarios...