Imagen de la renovada sala XX del Palacio de las Naciones Unidas.

TW
0
A.LARGO/ EFE La polémica sigue sobrevolando sobre la cúpula de la ONU. No hay más que recuperar de archivo la comparecencia de Moratinos y Miquel Barceló en Madrid, el pasado 6 de noviembre, y recordar el 40 % y 60% del ministro sobre un coste total que no quiso desvelar, porque «el arte no tiene precio», para dar con el origen del asunto. Desde el principio, la falta de claridad a la hora de hablar de euros y de la procedencia de cada uno de ellos dibujó el panorama, salpicado por el recurso al Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) para financiar el proyecto y el elevado coste de 20 millones de euros. La polémica donación de España a la ONU ha sido debatido estos días incluso en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, no fue hasta ayer cuando desde el Gobierno se planteó un posible error de previsión en toda esta historia, dada la crisis que se avecinaba.

La subsecretaria de Asuntos Exteriores y Cooperación, María Jesús Figa, admitía ayer que la construcción de la cúpula de Miquel Barceló en la sede de la ONU en Ginebra «quizá se planeó en un momento en que la situación económica no era la misma» que actualmente. Lo hizo durante su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Senado y ante las críticas de la senadora popular Luz Elena Sanín por el uso de dinero del Fondo de Ayuda al Desarrollo a financiar la citada cúpula.