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J.CLIMENT «Ahora que la democracia está consolidada es obligatorio y necesario hacer inventario». Con estas palabras Carlos Giménez dejó claro su postura sobre la recuperación de la Memoria Histórica. Humilde, el guionista y dibujante de cómics ha decidido aportar su granito de arena («lo que se, lo que puedo») a la reconstrucción del drama de la Guerra Civil española y lo ha hecho a través de la serie 36-39. Malos tiempos.

Gimenéz presentó ayer en Palma el tercer volúmen de su «tetralogía» durante una mesa redonda organizada por Norma Còmics y la Associació d'Amics i Víctimes del Còmic en el Casal de Joves de Llevant. Bajo el nombre de El drama de la Guerra Civil visto por los cómics de Carlos Giménez, el acto también contó con el profesor de historia de la UIB, Antoni Marimon; el vicepresidente de la Associació Memòria Històrica de les Illes, Manuel Suárez, y el crítico de cómic Jaume Salvà i Lara.

El autor de 36-39. Malos tiempos narra una «guerra dométisca, de andar por casa, sin generales ni fechas, la guerra que no sale en las enciclopedias». «Nadie puede contar la Guerra Civil desde el punto de vista de la épica, sólo hubo asesinos y víctimas».

Giménez sospecha de quienes se autoproclaman neutrales, «debajo del paraguas de la neutralidad siempre hay un fascista escondido», y no duda en 'alistarse' en uno de los bandos, «de haber sido algo habría sido republicano». Sin embargo, su postura no resta rigurosidad a su trabajo: «Yo no puedo ser neutral con el fascismo, pero he hecho un gran esfuerzo por ser objetivo y por contar también los crímenes del bando republicano».

Como el guión de la serie, sus dibujos también huyen de la épica. «Dibujar un mundo tan mediocre es muy aburrido, los escenarios son vulgares, los personajes no son ni guapos ni feos, no podía hacer nada vistoso porque he tratado de hacer las cosas verosímiles», reconoce este autor consagrado que también ha trabajado como dibujante de storyboards para Guillermo del Toro y Pedro Almodovar.