Imagen del mostrador de entrada donde los porteros del Museu de Mallorca intentan calentarse con tres estufas viejas.

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MARIANA DÍAZ

El Museu de Mallorca cerrará sus salas de arqueología, que se corresponden con un tercio de la parte expositiva, durante el tiempo que duren las obras de emergencia, que acaban de comenzar y que consistirán, básicamente, en el cambio de todo el sistema eléctrico y de seguridad, fundamental para, después, acometer la climatización.

Mientras que, por un lado, los electricistas se enfrentan a las obsoletas instalaciones del cableado, los trabajadores del centro embalan miles de piezas que serán trasladadas a un almacén externo al museo, cuyo acondicionamiento correrá a cargo del Ministerio de Cultura, según explicaron ayer desde la Conselleria de Cultura del Govern, que es quien pagará las obras de reforma de esta infraestructura museística, presupuestadas en dos millones de euros.

Cabe recordar que el museo es de titularidad estatal y gestión de la Comunitat Autònoma. Y que solamente con el shock sufrido por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, el pasado mes de agosto, durante su visita al mismo en plena canícula, se consiguió un compromiso firme de Madrid para su reforma.

Tanto desde el museo como desde la Conselleria de Cultura se comentó ayer a este diario que, como se trata de «un procedimiento de urgencia», estas primeras obras durarán sólo unos meses. Por tanto, el museo no sólo no cerrará sus puertas, «sino que iremos por partes», señaló Joana Maria Palou, directora del centro. Palou añadió que mientras haya obras se utilizarán las salas del último piso para exposiciones temporales de los fondos propios como ya se venía haciendo con el proyecto Les reserves del museu.

Paralelamente a las obras de mejora de la infraestructura, -que en estos momentos no cumple la normativa, es obsoleta y hasta peligrosa-, el museo comenzará a poner en marcha su plan museográfico, que afectará a las salas de Bellas Artes, pero que también incluirá «mejoras» en las de arqueología.

Cuando se visita el Museu de Mallorca es normal que los técnicos lleven bata blanca. Muchas de las labores que realizan lo requieren. Ayer, el personal del centro, muy ocupado embalando piezas debido a las obras, vestía la bata por un motivo muy distinto y con toques tercermundistas: evitar el frío. Porque este museo, en el que en verano se asan hasta las cerámicas talayóticas, en invierno te hielas. Y qué decir de la garita de entrada, un mostradorcillo expuesto a los cuatro vientos, soplen de donde soplen, donde los porteros han sufrido durante décadas los efectos de la casi congelación.