Magdalena Aguiló, Aina Calvo y Nanda Ramon sujetan el cóctel Miró. Foto: MIQUEL ANGEL CAÑELLAS

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JONAS CLIMENT

¿Cómo sería Palma sin Joan Miró? La ciudad «no sería igual sin su legado artístico, sin su compromiso con la lengua, sin su apoyo a las aspiraciones democráticas, sin sus esculturas en las calles o sin la fundación». Así recordó la alcaldesa Aina Calvo algunas de las notables contribuciones del artista en Palma. Por eso, la palabra «agradecimiento» fue ayer una de las más escuchadas durante el homenaje brindado a Miró con motivo del XXV aniversario de su fallecimiento.

La Fundación Pilar i Joan Miró fue el escenario de un acto que también contó los parlamentos de la directora del centro, Magdalena Aguiló, quien hizo un repaso de las actividades que se están dedicando al pintor; y su presidenta, Nanda Ramon. «No llegó a Mallorca buscando reconocimiento, prestigio ni comodidad y tampoco los paisajes o la luz, sino la tierra, porque sólo desde la tierra tiene sentido construir constelaciones», reflexionó la regidora de Cultura, para quien el pintor y su obra son ejemplo del supuesto que dice: «Cuanto más local, más universal».

Por su parte, el nieto del artista Joan Punyet, recordó que su abuelo «con 85 años lo que quería era salir de la dictadura y de la falta de libertad que había entonces y seguir haciendo obras como si fuera un joven grafitero». Esa vitalidad durante los últimos «diez años de su vida es de agradecer», añadió.

Tras los parlamentos, tuvo lugar una mesa redonda donde el galerista Ferran Cano; el antiguo director de la fundación, Miquel Servera, y otros personajes locales que tuvieron oportunidad de relacionarse con el pintor, contaron anécdotas sobre Miró y su «compromiso social». Asimismo, Servera rememoró los orígenes de la Fundació Pilar i Joan Miró cuando «no teníamos dinero y el arquitecto Moneo ni siquera sabía que tenía que hacer el edificio».

Los asistentes disfrutaron a continuación de un adelanto, en formato de trailer, del documental sobre el pintor Els rastres fosforescents dels caragols, dirigido por Cesc Mulet. De las primeras imágenes, que fueron muy aplaudidas, se adivina una obra delicada, emotiva y llena de poesía visual.

Dubonnet, Grand Marnier, whisky escocés y hielo. Estos son los ingredientes del cóctel Miró, creado en 1978 con motivo de la entrega al pintor de la Medalla de Oro de Barcelona. Desde entonces, se sirve en la coctelería Boadas de la Ciudad Condal y ayer también pudo degustarse en el bar de la fundación. En posesión de una copa del citado brebaje, las autoridades, galeristas y otros invitados dieron por finalizado el homenaje. Si bien el calendario de actividades dedicadas al pintor continuará en enero.