Woody Allen, tocando las mismas melodías que suenan en su cine.

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Acostumbrados a contemplarle en la pantalla, resulta sorprendente poder ver a Woody Allen (Nueva York, 1935) subido sobre el escenario del Palma Arena, donde anoche cambió su cámara por un clarinete y junto a la New Orleans Jazz Band cautivó a los casi 4.000 espectadores que acudieron a verle.

El cineasta estadounidense, que llegó ayer por la mañana a la Isla acompañado por su mujer Soon Yi y sus dos hijas, Manzie y Bachet, apareció sobre el escenario a las 21.15 horas. Sereno y sobriamente vestido, camisa blanca y pantalón de pana, el cineasta interpretó temas clásicos de jazz y de swing de Nueva Orleans acompañado por el director de la banda y banjista, Eddy Davis; el batería John Gill; el pianista Conal Fowlket; el trompetista y protagonista de algunos solos de voz, Simon Wettenhall, y con Jerry Zigmont al trombón. El público que asistió al concierto fue muy variado, destacando un gran número de jóvenes y bastante público extranjero. Entre los espectadores vimos a Miquel Nadal, conseller de Turisme del Govern, departamento que patrocinó el concierto.

El público conectó rapidamente con la banda, quizá porque la música evoca con facilidad sus películas. Con todas las localidades vendidas, 3.900, el velódromo palmesano se colmó de gente y de los sonidos más característicos de la Lousiana (EE UU) profunda de principios del siglo XX, con el banjo y las sordinas como protagonistas. Fueron 12 temas y cinco bises en los que el grupo se entregó por completo de forma progresiva, con gran entendimiento y afinidad musical, aunque el sonido parecía disperso, poco cálido debido a las dimensiones del Palma Arena, poco apropiado para este tipo de música y donde hizo mucho frío.

Eddy Davis, el banjista, cantó una parte de uno de los temas en castellano. Y los espectadores respondieron con su participación. Cuando la banda abordó We shall nobe moved, original de Pete Seeger y The Weewers, los asistentes acompañaron el ritmo con palmas. Esta es una canción reivindicativa que cantaban los trabajadores del algodón del sur de Estados Unidos. El resto de la banda también fue poniendo voz a algunas de las composiciones, excepto el pianista, el contrabajista y Allen.

La música generaba una atmosfera festiva, a la que contribuyó Allen soplando con fuerza su instrumento y guiandose melódicamente por el ritmo nervioso que iba marcando con una de sus piernas. El concierto comenzó con 15 minutos de retraso. Woody Allen fue el primero en entrar al escenario, seguido por el resto del grupo. La actuación se inició con un pequeño sólo de su clarinete mientras iban incorporándose el resto de instrumentos.

Después, el cineasta, puesto en pie, se acercó a uno de los micrófonos, felicitó el Año Nuevo al público y dijo: «Feliz año. Esto es música para relajarse, que es el mejor entretenimiento».