El actor recibió el premio del Teatre del Mar con gran ilusión.

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JOANA NICOLAU

«El mérito de una obra no está en lo que cuesta, ni lo duro que ha sido representar un papel... sino en que consiga comunicar». Esta observación, quizás una de las más redichas en las artes escénicas, resume lo que consigue el actor Sergi López con su trabajo y presencia. Un objetivo buscado por todos y en el que pocos nunca fallan.

Ayer, este actor de Vilanova i la Geltrú recogió, acompañado del valenciano Jorge Picó, el premio que otorgó la Associació d'Espectadors del Teatre del Mar al mejor espectáculo de 2008. Fue por Non solum, un montaje creado a medias por ambos y estrenado en 2005 del que ni uno ni otro se atreve todavía a dar una definición, pero que permitió a López volver al escenario y a los teatros. «Unos espacios que tienen algo de sagrado» en los que entrar en contacto con el público le provoca «algo surrealista y fascinante, a la par que maravilloso».

Con Non Solum, «un montaje cargado de preguntas, pero con muy pocas respuestas», Sergi López hizo «lo que quería hacer». Un monólogo a su medida, creado por él y por Picó a partir de sucesivas improvisaciones sobre el escenario. Un sólo personaje que se desdobla en múltiples personalidades para llevar al público a diferentes territorios y hacerle reir con las situaciones que se plantean. Como dijo Picó, una obra cuyo secreto está en «su actorazo» y en el que López volvió a dar rienda suelta a sus múltiples registros como artista más allá, como afirmó, de la mera «interpretación a que limita el cine». Pese a ello, el cine, principalmente el de factura francesa, continua siendo el gran bastión de este actor. Tanto es así que llegó a Palma con seis películas pendientes de estreno, una de ellas rodada en Japón, con dirección de Isabel Coixety en inglés.

López, quien en reiteradas ocasiones ha manifestado su voluntad de trabajar más en España, no vió una apuesta de Zapatero hacia la creación audiovisual en la designación de la nueva ministra de Cultura, Àngeles González-Sinde, a la que deseó «suerte», mostrandosé crítico hacia la situación de la cultura.

Para él, la receta para que mejore la situación cultural pasa por «cambiar el mundo», por que «los políticos cambien su punto de vista sobre el hecho cultural».