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Ayer se cumplió el décimo aniversario de la pérdida de uno de los grandes nombres del teatro mallorquín del siglo XX, Xesc Forteza. Con sólo 73 años, el actor, autor y director falleció de una enfermedad pulmonar que venía arrastrando desde hacía años.

Era un hombre con una extraordinaria vocación por la escena, que sentía el teatro de forma visceral, y que contribuyó a mantener vivo el teatro en catalán desde el mismo momento en que el régimen franquista dejó de prohibirlo.

Hoy su legado sigue vivo en el recuerdo de quienes le conocieron o vieron actuar. Su teatro costumbrista calaba en la sociedad de entonces. Obras como Es viatge del tio capellà o Majòrica se convirtieron en verdaderos fenómenos sociales.

Durante este mes, la televisión autonómica, IB3, recordará su figura y obra. Será, la noche de los domingos a través de varios reportajes documentales y sus principales obras.

A través de este material gráfico se podrá profundizar en la historia de un hombre que vivió de y para el teatro. Un artista que desde los once años se mantuvo sobre el escenario hasta apenas un mes antes de muerte, cuando las fuerzas ya no le dieron más de sí. Lo hacía con el montaje Me n'afluix per no triar.

Antes de ella, otras 33 piezas dramáticas escritas por él, y más de 150 títulos representados, ya sea con su propia compañía o con la célebre e histórica Artis, y otras, convirtieron a este hombre sencillo, simpático y amable en un artista total. Un artista que, desde la primera obra que representó con su compañía, Ninette i un senyor de Mallorca, supo como nadie interpretar la forma de ser de una sociedad ya caduca, que entraba de lleno en el ocaso, pero que todo el mundo reconocía como propia o cercana.