Baltasar Porcel mantuvo una larga relación epistolar con Llorenç Villalonga entre 1957 y 1967.

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El interés por publicar la relación epistolar con Llorenç Villalonga (Palma, 1897-1980), que Baltasar Porcel (Andratx, 1937 - Barcelona, 2009) trató de llevar desde los años 90, verá sus frutos el próximo otoño. Edicions 62 publicará toda su correspondencia que consta de 487 documentos y abarca desde el año 1957 al 1976. La noticia coincide con el primer aniversario de la muerte del escritor de Andratx, el 1 de julio de 2009.
«No es una selección de las cartas, nuestra idea era que se publicara entero», comentó Rosa Cabré, encargada de la edición del libro, que se titulará Les passions ocultes. Correspondència i vida, y se editará en la colección Biografies i Memòries. La profesora aclaró que «habíamos hablado mucho del proyecto y, primero, lo quería hacer él», y añadió que «el epistolario ofrece una gran información de la relación entre los dos escritores».
Cabré mantuvo que «Porcel quería publicar las cartas a modo de homenaje a Villalonga, que sentía lejano y a la vez cercano». El prólogo del libro irá a cargo de la experta en la obra porceliana. «Será una síntesis de un texto más largo que resumirá la relación y explicará el epistolario», apuntó Cabré, quien avanzó que «tendrá unas notas mínimas sobre los artículos que se intercambiaban, ya que Villalonga le mandaba los artículos de Mallorca donde salía Porcel y éste hacía lo mismo respecto a Barcelona».
En la novela El ángel rebelde (1961), Porcel describía la relación, llena de trazos paterno-filiales, entre los escritores. «Entre las sorpresas que el lector se encontrará, habrá información sobre el proceso de creación de la novelas de Villalonga que iba explicando a Porcel», destacó Cabré, quien remarcó «la preocupación del autor de Bearn por Porcel, aunque fuera incapaz de ir más allá de los consejos». Cabré señaló que «cuando Porcel ya era un escritor reconocido, se preocupó del padre que era Villalonga, e hizo que obtuviera el premio Josep Pla con Andrea Victrix (1974)».
La académica argumentó que «para Villalonga, el mejor hijo que intentó crearse, como los jóvenes Jaume Vidal Alcover o Lorenzo Moyà, fue Baltasar Porcel y, a pesar de las fuertes discusiones, lo ayudó hasta el último momento».