Actuación de Young Kyun Song, en 2010, en Cala Rajada.

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Eran un clásico de los festivales del verano que, desde hace 24 años, sonaban los jueves del mes de julio en los jardines de la Torre Cega de la Fundación Bartolomé March. Durante este tiempo, su cartel alcanzó cotas de altísimo nivel. Pero este año, por primera vez en su historia, las Serenates d'Estiu de Cala Rajada no se celebrarán. La organización, Joventuts Musicals de Capdepera, culpa al anterior Consistorio de «falta de interés» para solventar los problemas de «infraestructura» que se venían padeciendo en las últimas ediciones. Por su parte, tanto el alcalde saliente, Josep Gallego, como el concejal de Cultura, Rafael Fernández, señalan que el Ajuntament «no podía» asumir más compromisos que los habituales de cada año.

Tras hablar con las partes implicadas, incluida la asociación hotelera de Cales de Capdepera, parece que un cúmulo de desencuentros y despropósitos, a los que no ha sido ajena la crisis, han dado al traste con una cita cultural que parecía más que consolidada y que ofrecía un «aliciente» de calidad al turismo de la zona.

«Es una pena, me parece terrible que no se celebren porque todo suma», explica Joan Massanet, presidente de los hoteleros.

Desde Joventuts señalan que «algunos aspectos de obligada solución referentes a infraestructura, burocracia, administrativos y financieros no se han podido reconducir a pesar de la insistencia de la junta directiva [de Joventuts Musicals de Capdepera] desde hace más de un año, para llegar a tiempo a una solución. Se nos han negado los apoyos necesarios, concretamente por parte del Ajuntament de Capdepera». En esta veterana entidad se pedía al Consistorio un nuevo escenario, ya que el año pasado se cayó una parte del mismo en pleno concierto, -«el público lo vio»- y «un seguro de responsabilidad civil». Además, pretendía que el Ajuntament buscara una mayor «implicación» de la citada Fundació con la firma de un convenio.

Subvención

Las Serenates contaban con el apoyo de Ibatur, el Consell, el Ajuntament y la asociación de hoteleros. Para este año, Ibatur negó la subvención a Joventuts, y aunque el pasado mes de abril los hoteleros consiguieron 50.000 euros del citado organismo, desde Joventuts dicen que «ya era tarde» para la contratación de los artistas, «que cierran sus agendas con muchos meses de antelación», y el dinero se devolvió. Desde Joventuts se tiene la sensación de que el Consistorio «tenía otras prioridades antes que la cultura» y de que «después llegó la campaña electoral». Sin embargo, destacan la ayuda de los hoteleros para paliar el problema financiero y opinan que «después de 24 años» se debería crear «una base sólida y estable para el festival». Por su parte, Gallego y Fernández dicen que el Consistorio «no podía» asumir el festival, -aportaba las sillas, el escenario y la limpieza posterior al concierto-, y añaden que si no hay Serenates es porque «la organización no se sintió con fuerzas, lo mismo pasó con la Fira de la Llampuga».